La rueda

Una vieja fábrica de la Sagrera

JOAN Ollé

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Xavier Basiananace en febrero del 53 en Manresa y a los 17 años se instala en Barcelona, en el barrio de la Sagrera, para cursar estudios de arquitectura y fotografía, tareas a las que hasta hoy se sigue dedicando. Pasa, como una exhalación, un cuarto de siglo, durante el que dedica mucha de su energía, robando horas al sueño, a la vida asociativa del barrio y a cualquier tipo de causa noble que merezca la pena.

Un día del año 97, paseando,Xavierve en el número 30 de la calle de Honduras un cartelito que poneSe vende. ¿Y qué se vende? Pues, una antigua fábrica de 1.300 metros cuadrados, en ruinas, por la que el propietario, el señorIvanow, le pide 31 millones de los de la época, y el 23 de diciembre del mismo año, el notario, a cambio de una firma, le entrega la escritura de la que será su nueva casa.

La ruina, poquito a poco y sin muchos recursos, se va adecentando: todo lo queBasianaingresa como arquitecto o fotógrafo lo reinvierte en la Nau Ivanow, que –como la Factoría Andy Warhol, pero aquí– empieza a ser punto de encuentro de creadores plásticos, mala gente de teatro, danza y música, espacio de seminarios, debates, cursos, conferencias... Un lugar abierto a todos.

Hoy la Nau cuenta con unos muy confortables 3.000 metros cuadrados, pero la filosofía deXavierno ha cambiado. En septiembre, la cederá al Ayuntamiento de Barcelona; le dolió y quitó el sueño varios días que la Conselleria de Cultura, ¡tan entusiasta de su proyecto!, le asignara una misérrima ayuda –ni para pipas– de 27.000 euros al año.Basianaadmite que, quizá de aquí a dos meses, cuando entregue las llaves al alcalde, se le escape alguna lágrima –le da en mano muchos años de su vida–, pero que será una lágrima dulce, porque su sueño, iniciado una Navidad de hace 13 años, ya está cumplido: tener un buen equipamiento cultural para su barrio.

Se me ocurren dos citas que hablan de él. La primera es de la Julieta deShakespeare: «Cuanto más te doy, más tengo»; la segunda, deV. A. Estellés: «Tu no vens res; ho dónes tot». Gracias, Xavier, por hacerte querer.