No todos los hombres

MARTA ROQUETA

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Soy una ferviente defensora de debatir sobre sexo y género teniendo en cuenta tantas perspectivas, opiniones y datos como sea posible. De hecho, considero que hasta las afirmaciones más reivindicativas y apasionadas sobre los derechos de la mujer deben estar sujetas a escrutinio. Ni las personas que analizamos cuestiones de género estamos exentas de tener prejuicios, de modo que toda información que ayude a comprender las desigualdades de género es bienvenida, incluso si parece colisionar con afirmaciones sostenidas por personas o colectivos con ideas feministas.

Sin embargo, en muchos casos las personas críticascon postulados que defienden la igualdad de la mujer no suelen aportar datos que sostengan sus argumentos, sino que los defienden con creencias o impresiones generales que ni se plantearían utilizar en otros debates.

El primer argumento es el queindica que “no todos los hombres son así” o no hacen determinada acción. Cuando se habla de violaciones o agresiones sexuales, hay quien recuerda que el porcentaje de hombres que realizan estas acciones es muy bajo comparado con el conjunto de hombres en general. En consecuencia, se refuerza la imagen de que se trata de casos aislados y que basta con aplicar la ley cuando estos casos suceden. No haría falta, pues, analizar qué factores culturales, económicos y sociales facilitan, por un lado, que ciertos hombres se sientan legitimados para relacionarse con las mujeres de una forma concreta y, por el otro, que todas las mujeres estén sujetas a determinados tipos de violencia por el simple hecho de serlo.

El segundo argumento es que hay mujeres que también realizanla acción analizada.Es el caso de la violencia machista: también hay mujeres que matan a sus parejas masculinas, de modo que no existe una violencia machista como tal –entendida como una violencia construida en un marco de relaciones sociales determinado– sino violencia en general, que puede ser ejercida tanto por hombres como mujeres. Las personas que lo formulan no suelenaportar datos comparativos sobre hombres y mujeres que realizan dicha acción, y ni mucho menosadjuntan información que indique qué motivaciones tienen hombres y mujeres para hacerla o cómo la ejercen.

Una variante de este argumento es aquél que destaca que hay problemas de género que afectan a los hombres y que no se están abordando. Ciertamente, los hay. Pero no deja de ser curioso que, en vez de pedir a las instituciones que los aborden, los utilicen para desacreditar las acciones que combaten las desigualdades que afectan a las mujeres.

El último argumento es el 'biológico', que achaca a pulsiones innatas acciones o actitudes de hombres y mujeres. Para saber el grado de incidencia de la biología en el comportamiento de un hombre o mujer,deberíamos como mínimo asegurarnos de que todas las personas han sido educadas exactamente bajo las mismas condiciones y expectativas, algo que no sucede en la actualidad. Incluso si se confirma que un comportamiento o actitud se debe a factores biológicos, como sociedad democrática e igualitaria que decimos ser debemos determinar si este comportamiento o desigualdad es aceptable y, en caso contrario, establecer medidas para evitarlo tanto como sea posible.

En ocasiones, la utilización de estos argumentos viene motivada por la concepción que muchas personas tienen sobre el feminismo y las reivindicaciones a favor de la igualdad de la mujer.Hay quien lo concibe como una lucha entre sexos, siguiendo el dicho popular de que las mujeres son de Venus y los hombres son de Marte. Algunas personas opinan que es una estupidez analizar desigualdades teniendo en cuenta el sexo de la persona que las sufre. Otras ven en este tipo de análisis un intento de las mujeres de ganar privilegios o reconocimientos que no son capaces de ganar por méritos propios. Finalmente, hay aquellos que acusan a las personas que promueven este tipo de debates de querer imponer una estructura política, cultural, social y económica que relegue a los hombres a una condición de seres inferiores, de ahí el término 'feminazi'.

Podemos discutir si las formas para defender la igualdad entre mujeres y hombres son o no las adecuadas, también si la información que se utiliza es sesgada o parte de alguna premisafalsa. Pero nunca debemos perder de vista que el objetivo de analizar una cuestión utilizando la perspectiva de género es detectar, con el fin de corregirlos, aquellos factores que pueden perjudicar el desarrollo y la progresión de una persona en un ámbito determinado en función de su sexo.

De lo contrario, estaremos contribuyendo, incluso sin saberlo, a la perpetuación de privilegios y desigualdades que durante mucho tiempo no sólo han lastrado el desarrollo personal de gran parte de la población mundial, sino que también han limitado el potencial y el conocimiento de la mayoría de sociedades del planeta.