Contrapunto

El suelo puede esperar

SALVADOR SABRIÀ

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En plena tormenta financiera y con los ataques de los especuladores contra la deuda española, el Banco de España ha vuelto a exigir esta semana a las cajas y bancos del país que sean mucho más transparentes sobre la realidad de sus cuentas y de sus riesgos. Sobre todo en lo que respecta al sector inmobiliario y al de la construcción.

El supervisor bancario reclama a la banca que explique públicamente cada tres meses su exposición al ladrillo. Es una fórmula para demostrar ante los temidos mercados que hay capacidad para afrontar los compromisos y que los balances de los bancos se ajustan a la realidad. Un efecto colateral de esta exigencia será que se reflejará, de forma más o menos directa, el valor real de activos como el suelo. Este bien escaso, protegido por la Constitución contra su especulación (con escaso éxito, como se ha visto en los últimos años), se convirtió en el objeto del deseo de inversores, promotores y banca en pleno boom inmobiliario.

Su precio, ayudado por la ley del suelo del PP que consideraba prácticamente urbanizable todo terreno que no tuviera una declaración en contra de ello, se disparó astronómicamente. No se pagaba por lo que era, sino por las expectativas de lo que se podría construir en él. Y con una demanda de compra de vivienda también desbocada gracias a una financiación a precio de saldo, las citadas expectativas de futuro de los terrenos eran muchas. Y todavía más en suelos colindantes de tramas urbanas o en zonas que se verían beneficiadas por el futuro paso de una autovía, una autopista o el tren de alta velocidad, por decir algo. Para comprar suelo, los promotores acudían a la financiación. En el 2005, un informe de Julio Rodríguez, economistas del Banco de España, constataba que el riesgo inmobiliario de las entidades de crédito no se acababa en los préstamos, sino que se reforzaba con la participación de estas entidades en las promotoras.

También advertía de que en algunas entidades de crédito, sobre todo en algunas cajas de ahorros, más del 50% del balance estaba ligado al negocio inmobiliario.

En el 2005 se alcanzó el récord en el valor de las compraventas de suelo en España: 22.160 millones de euros gastados en 75.538 operaciones con las que cambiaron de manos 80,7 millones de metros cuadrados. No se bajó de los dos dígitos en el valor de las transacciones hasta el 2009. La mayoría de este suelo se compró a crédito. Una parte se utilizó para construir los miles de viviendas que ahora no se venden. Otra sigue sin utilizar, y además ahora nadie quiere comprarlo o solo se lo queda a precios irrisorios comparados con los que se habían pagado antes. El suelo puede esperar, pero los créditos concedidos en su momento para pagarlo no. Y este es el gran problema.