Análisis

Rubalcaba gana la mano

ANTÓN LOSADA

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El líder socialista padece el mismo problema que sufría Mariano Rajoy cuando estaba en la oposición. Muchos intuían que le asistía la razón en buena parte de cuanto denunciaba, pero querían creer a Zapatero y su optimismo. Ahora muchos perciben que Alfredo Pérez Rubalcaba acierta cuando explica que el mérito de nuestra supuesta recuperación corresponde a Mario Draghi, o que hay trampa en la lógica que ha permitido al Gobierno desguazar nuestro pequeño Estado del bienestar en nombre de la crisis. Pero todos estamos cansados de malas noticias. A quien muchos quieren creer es al presidente cuando anuncia el final de un lustro de sufrimiento masivo. Ayer Rajoy fue a hacer su pulcro ejercicio de economía y a evitar la incómoda política por cualquier medio necesario. Rubalcaba quería hablar de los borrones políticos de un Gobierno de ministros tan inconsistentes como inconscientes pero sin quedar como un cenizo en medio de la euforia oficial. Así resulta imposible un debate en profundidad, solo quedaba sitio para un festival de fuegos dialécticos.

No hubo ni ofertas ni pactos. A Rajoy le va bien que el rival sea Ru-balcaba porque ya le falta paciencia para prepararse el temario nuevo que le exigiría otro cartel socialista. A Rubalcaba le va aún mejor este duelo al sol. Desde la mañana, el presidente le emplazó avisándole de que le hablaría de las eléctricas y del impuesto de sociedades porque, dijo, los socialistas tienen mucho que callar. El líder de la oposición aceptó el reto: «¿En qué país vive usted?». Fue su demoledor arranque. Desde el primer minuto atacó a la yugular. Rajoy miente, no tenía por qué gobernar así pero le gusta hacerlo, eligiendo siempre ir contra los más débiles, fue el argumento del líder del PSOE. Dio en el blanco. Rajoy no se lo esperaba. En su réplica se perdió en cifras engorrosas, resultando aún más aburrida que el discurso matutino.

El debate se anunciaba como el primer mitin de las elecciones europeas de mayo. Lo fue y Rubalcaba estuvo más listo. Rajoy cometió la torpeza de recomendarle que se presente a esos comicios si Europa es tan importante. El líder de la oposición se preocupó de explicarnos que en estas elecciones se trata de escoger qué camino seguimos para salir de la crisis. Si perseverar en el fetichismo del déficit y la austeridad por cualquier medio necesario, o cambiar a políticas activas que sitúen la prioridad donde siempre debió estar: en el empleo.

Rubalcaba se apoyó en los crudos datos de la realidad. Rajoy le contestó con titulares de periódicos. El presidente se fue como había venido, convencido de que a base de repetir mil veces que la crisis ha terminado al final nos lo creeremos. El líder socialista salió más fuerte ante los suyos, seguramente también más creíble ante los becarios, enfermos, inmigrantes, parados, jóvenes o mujeres que le piensen agradecer que llevase un poco de su vida real a la ficción de la Cámara.