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Ray está cansado

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Mikel Lejarza

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La quinta temporada de una de las series más notables de los últimos años, 'Ray Donovan', está pasando bastante desapercibida, en gran medida porque su inicio coincidió con los últimos episodios de 'Juego de Tronos'.

La serie de los dragones ha prescindido este curso de algunas de sus características más definitorias, como los intensos diálogos entre sus personajes llenos de frases ingeniosas; del sexo, y hasta de las conspiraciones palaciegas, a cambio de una grandiosidad en batallas y espacios naturales nunca antes vista en la ficción televisiva. Pero sobre todo ha sido un alarde sin igual en lo concerniente al márketing y la comunicación, lo que ha convertido a la serie en un fenómeno de masas, pese a que el relato ha perdido interés en la medida en que ha aumentado la fantasía, y las tramas han abandonado cualquier atisbo de verosimilitud.

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Pero no exageremos, una historia con dragones y héroes que resucitan no puede ser catalogada por su nivel de credibilidad, sino por su capacidad de entretener, y lo cierto es que esta última temporada de 'Juego de Tronos' ha sido sencillamente espectacular. Prácticamente durante el verano, en lo relativo a televisión, no se ha hablado de otra cosa que de los enfrentamientos entre los Stark y los Lannister y el avance de los Caminantes Blancos hacia el muro de hielo. En un mercado en el que la oferta es más abundante que nunca, la capacidad de generar eventos es imprescindible para diferenciarse con contenidos que se salgan de lo normal, y 'Juego de Tronos', en dicha categoría se ha colocado en la cima. El resto no ha existido y 'Ray Donovan' ha sido una de las series que han sufrido un dominio tan abrumador. Hay vida más allá de Poniente, pero parece rutinaria y con mucho menor interés.

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La serie creada por Ann Biderman ('Southland') y protagonizada por el duro <b>Liev Schreiber</b> nació el 30 de junio del 2013, y su primer episodio en Showtime logró ser el más visto en la historia del canal. En su primera temporada, su protagonista fue nominado en los Globos de Oro junto a<b> Jon Voight</b>, quien protagoniza a su perfectamente inmoral padre y ganó el premio a mejor actor secundario, además de ser finalista de los Emmy. Las cuatro primeras temporadas han sido excelentes, con tramas originales y sobre todo con unos personajes realmente atractivos; no solo el protagonista, sino también sus dos hermanos Terry y Bunchy, personificados por dos actores tan maravillosos como Eddie Marsan y Dash Mihok.

Pero en esta última entrega la historia ha perdido magia, se repiten las situaciones que en etapas anteriores eran hallazgos y ahora son clichés; faltan novedades y se añora a algunos personajes del pasado como Steven Bauer (el colega Avi) o los insustituibles Hank Azaria o Elliot Gould. Es cierto que han añadido a la siempre brillante<b> Susan Sarandon</b> para dar lustre a un elenco en el que al protagonista, un duro e implacable 'resolvedor' de problemas, se le ve cada vez más triste y cansado debido a la muerte de su esposa, y esa falta de energía se trasmite al relato. Pero la serie, que sigue teniendo un nivel alto, muestra el cansancio habitual de quien ya ha contado todo lo que tenía que contar.