Lo que sabemos de Corea

Kim Jong Un, en Pyongyang.

Kim Jong Un, en Pyongyang. / periodico

RAFAEL VILASANJUAN

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Sabemos poco de lo que ocurre en Corea del Norte. Una burbuja en un mundo globalizado controlada por la tercera generación de la familia Kim, que ha lo ha llevado a convertirse en el “Parque Jurásico” del comunismo. Una sociedad sometida, un régimen que controla todo y mantiene cerrado el país a cualquier injerencia extranjera, incluyendo medios de comunicación y por supuesto internet. De este lugar tan enigmático tenemos, no obstante, algunas certezas que deberían ser suficientes para que Donald Trump piense antes de hacer efectivas sus amenazas, si vale la pena atacarlo.

Lo primero que sabemos es que el programa nuclear del país mas aislado del mundo ha ido avanzando hasta disponer de algunas cabezas nucleares, que pueden impactar, pero en un radio corto. El error de este sábado en su último ensayo confirma que les cuesta alcanzar distancia. El sueño del líder supremo, Kim Jong-un, es tener un misil que pueda aterrizar en territorio americano, pero para su desgracia es una quimera lejos del alcance de su programas de balística nuclear.

Ni en la mejor de sus fantasías parece posible que eso pueda suceder desde Pyongyang, ahora o en un futuro próximo. Por eso sorprende la urgencia de estos días. Un ataque preventivo solo serviría para que el régimen lanzara alguno de sus misiles nucleares sobre Corea del Sur, tal vez Japón. Difícilmente, en cambio, un ataque preventivo acabaría con el régimen, ni con su proyecto nuclear, por débil que sea.

Sabemos algo mas. Nada le puede dar mas coraje y legitimidad al régimen coreano que el exceso verbal y la sobreactuación del Gobierno de EEUU. A la familia Kim, que controla con mano de hierro el país, siempre le ha venido muy bien este enfrentamiento y a su actual dictador, Kim Jong-un, le ha proporcionado un espacio desmesurado en la agenda global. La provocación le pone y con 26 millones de habitantes sometidos, le importa bien poco un ataque que pueda llevarse por delante a unos cuantos. Él, a cambio, puede hacer bastante daño a los aliados americanos en la zona.

Tiene razón Trump cuando piensa que el armamento nuclear en manos de un presidente iluminado, imbuido en su burbuja y sin control, es peligroso, por eso mismo no debería ni pensar en ponerse a su altura. Ninguno de sus predecesores en la Casa Blanca, ni los Bush, ni Clinton, ni Obama lograron frenar al país en su marcha nuclear, al revés con cada nueva amenaza el programa fue avanzando. De nuevo se vuelve a poner la opción militar encima de la mesa, pero sería conveniente explorar otros caminos. Sabemos poco de Corea del Norte, pero con lo que sabemos no tiene ningún sentido atacarla.