Ya se puede decir: odio agosto

"Llevo semanas ocultando este sentimiento por no resultar aquí una amargada urbanita que palidece tras las persianas bajadas"

La playa de Llevant de Salou, repleta de bañistas.

La playa de Llevant de Salou, repleta de bañistas. / XAVI MOLINER

MERCHE NEGRO

Por qué confiar en El PeriódicoPor qué confiar en El Periódico Por qué confiar en El Periódico

Creo que ya ha pasado lacuarentena, ese 15 de agosto estresado de fiestas populares por doquier que nos hacen entregar nuestros reinos y caballos por una sombra y una botellita de agua pagada a precio de un Vega Sicilia.

Agostoes para niños o para ricos... O para gente con un pueblo familiar, que para el caso es lo mismo: cada vez que volvemos somos un poco nuestro yo de 12 años saludando en el bar o en la panadería. Y nos sentimos los seres más afortunados del mundo al levantarnos con el sonido de las chicharras --los pájarillos están agonizando de calor los pobres y no están para romanticismos--, aunque al minuto suenen los gritos de la prole quejándose del calor, lo viejo del colchón o lo aburrido de las tardes sin consola.

Resoplamos y ya. Y resoplar en el campo oxigena elcerebro. Y oxigenar el cerebro nos hace ver la vida de color de rosa. Que para eso está este mes infernal, parece ser.

Llevo semanas ocultando este sentimiento por no resultar aquí una amargada urbanita que palidece tras las persianas bajadas y que se queja al mundo de no tener aire acondicionado. Porque nada de eso es cierto: estoy morenita como hacía años que no me veía, la brisa del mar enPoblenou me hace canturrear “cause you are the wind beneath my wings...” cuando pedaleo por mis calles, los atardeceres de paseo tranquilo se agradecen. La ciudad me sonríe, no hay duda.

Y sin embargo detesto este mes. Y ya que estamos en los últimos días empiezo a sonreír sin que os deis cuenta, esperando ese lunes en que volváis con caras tristes y pelo quemado mientras yo renaceré y daré saltitos de gusto. ¡Ah! No hay día que adore más que el 1 de septiembre ni comentario que brote de mí garganta con más alegría que ese “pues por la tarde ya empieza a refrescar”.

Que no, que no me vais a convencer: quiero ponerme unagabardina. De hecho, me he comprado una en internet, de oferta. Ya me ha llegado la cajita de DHL y he abrazado la tela impermeable con un placer casi pornográfico. Espero con deleite el primer chaparrón frío, no estos bochornosos que sí, que me gustan, sobre todo si van a acompañados de relámpagos apocalípticos pero que ¡ay! no son lo mismo. Sueño con un chorrillo de aire inesperado en mi nuca, ese primer día en que volvemos a enfundarnos los tejanos con pánico de ver cómo nos encajan en los muslos --¡mierda!--.

No negaré que otra cosa sería que pudiera yo pagarme un mes en lasMaldivas como el telefilme alemán que me metí ayer entre pecho y espalda al volver de la playa. Si es que soy una envidiosa. Los que sois de secano quisierais como yo poder poneros el bikini y estar en posición de “acroquetamiento” en la arena a los cinco minutos. Y tenéis razón, si yo tengo suerte, no hace falta que me lo recordéis. Hoy no hablo muy en serio y vamos a dejar el conflicto de clase que se deriva de esta reflexión para otro día: no estoy para pensar ni para ponerme pesada. Enjuagad vuestros ojos: de nada.

Reconocedme por lo menos que hay un no se qué de'Día de la marmota' en estos días en que nuestra mayorpreocupación es si vamos bien depiladas o no. Seamos más o menos peleonas en esto de la igualdad de sexos por ahí no pasamos. Y es una contradicción propia que me hace quererme un poco menos y odiar aún más el mes de agosto. Tampoco me parece estar aprovechando el tiempo lo suficiente si mis pensamientos pivotan entre preguntarme qué son esos gusanitos microscópicos y pizpiretos que veo en mis párpados cuando cierro los ojos tumbada en la toalla, o decidir si puedo aguantar cinco minutos más el martirio de la emisora de radio que mi hija me obliga a escuchar en los auriculares y que me hace sentir un tanto más decrépita que de costumbre ("¿que no conoces esta cancióooooon de losOne Directiooon?"). Si yo solo quería escuchar a Abba y el “Red Red Wine, stay close to me¿”

Pero por encima de todo, faltáis vosotros: No estáis. Habéis desconectado móviles y redes. Yo me he quedado aquí guardando el fuerte, sigo pensando en mil y una cosas. Escribiendo, viendo, imaginando... la sequía de fin de verano me ha hecho tocar fondo: he visto los vídeos de losTeen Choice Awards (soy madre de adolescente, señoría, apunte eso), y para mi pasmo estoy de acuerdo con eldiscursodeAshton Kutcher, queha interpretado a Steve Jobs Steve Jobsy va de gurú por la vida, ahora: “Las oportunidades se parecen mucho al trabajo, ser sexy es ser inteligente”.

Podría haber citado aquí aPicasso y su “cuando llegue la inspiración, que me encuentre trabajando”, que viene a ser lo mismo y aún mantendría vuestro respeto, pero quiero abrirme hoy a vosotros y que veáis el nivel de mi encefalograma estos días. Y la culpa es de agosto, que os lo tengo dicho.

En resumen: que lo que me pasa es que se os echa de menos. Volved cuanto antes, que ya está quedando este verano un poco largo y tenemos una liada en el mundo que para qué. Ya veréis cómo os lo encontráis: hecho unos zorros.

Aquí estoy yo vigilante, armada y esperando.