La rueda

El Papa y sus 12 refugiados

JORDI MERCADER

Por qué confiar en El PeriódicoPor qué confiar en El Periódico Por qué confiar en El Periódico

Sor Lucía Caram, la monja más ocurrente de Catalunya, bromeó cariñosamente respecto de la modestia de su compatriota Jorge Mario Bergoglio en la presentación del libro de Arturo Sanagustín 'De Benedicto a Francisco': una crónica vaticana: «Siendo argentino podía esperarse que eligiera el nombre de Jesús II para su pontificado». No lo hizo, pero como buen papa domina el imaginario católico. Ahora ha estado en Lesbos, la isla de la vergüenza europea, el monumento a la falta de humanidad de la UE y ha salvado a 12 sirios de aquel calvario. No 11, ni 13, exactamente el número de los apóstoles de Jesús. Una bonita historia de caridad, un ejemplo merecedor de portadas de diarios y teles.

En su defensa por una supuesta acusación de exhibicionismo misericordioso hay que recordar que hace unos meses reclamó a las parroquias, comunidades religiosas y monasterios que abrieran sus puertas a los refugiados. Con poco éxito, porque los dirigentes de su reino practican la virtud de la previsión y no están dispuestos a derrochar riquezas acumuladas en tantos siglos por una crisis humanitaria como la que se vive en Grecia. No lo han hecho hasta ahora para paliar otras urgencias semejantes y no van a romper una tradición. El papa Francisco ha enseñado a los líderes mundiales el camino a seguir. Predicar con el ejemplo. ¿Cuántos refugiados podría traerse Felipe VI para acomodarlos en el Palacio Real, Hollande en Versailles y Obama en la Casa Blanca? Serían unos miles si todos los poderosos visitaran Idomeni con sus aviones privados para cumplir con la misión evangélica. No arreglarían la crisis, pero su aureola de buenos cristianos crecería hasta alcanzar la del propio Papa. La verdad es que sería más eficaz abrir las fronteras del paraíso europeo a las personas retenidas frente a las alambradas y actuar sobre el origen del conflicto político en Siria, pero se entiende que esto ya sería un sacrificio.