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No nos preocupa

MIKEL LEJARZA

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Recientemente, el portal 'Vertele', quizá el mejor en seguimiento de la actualidad televisiva, puso en marcha una iniciativa sobre la situación actual de TVE. Los hechos muestran que la no hace mucho conocida como La 1 lleva meses siendo en bastantes ocasiones, no ya la tercera (A-3 y T-5 le superan desde hace años con holgadas diferencias), sino la cuarta, la quinta o la sexta cadena, dado que no solo Cuatro como La Sexta la superan en ocasiones, sino también la FORTA. Estos datos, que sitúan al principal canal de RTVE en torno o por debajo del 10%,  han coincidido además con una coyuntura en la que ha contado con diversos eventos importantes: la Champions con dos equipos españoles en semifinales y uno en la final,  Eurovision y la campaña electoral. No hace mucho, TVE-1 con dichos contenidos hubiese arrasado, y sin embargo ha sido superado hasta por las consideradas segundas marcas en más de una ocasión . Un hecho así pone en evidencia algo tremendo que sin embargo pasa desapercibido ante la indiferencia general: nos estamos quedando, si no lo hemos hecho ya, sin tele pública estatal. Es la noticia más relevante de la temporada, pero ni siquiera los militantes seguidores de 'Vertele' han parecido mostrarse muy interesados en el asunto. Uno de los participantes en el debate se preguntaba incluso: «¿Para qué sirve una TV pública?

Pues bien , imaginemos al Reino Unido sin la BBC. Bastan algunas menciones. Los niños de medio mundo se hubieran quedado sin 'Teletubbies'; los protagonistas de 'The Big Bang Theory' no se referirían a 'Doctor Who' como una de sus series de ciencia ficción favoritas; las comedias más novedosas no tendrían como referencia a 'The office' o la actual 'Episodes'; los amantes de los documentales jamás habrían visto 'Walking with dinosaurs'; los seguidores de la historia no hubiesen disfrutado de 'Roma' o 'Band of brothers'; el humor jamás hubiese alcanzado las cuotas de genialidad y surrealismo que lograron los Monty Phyton con su 'Circo volador'Rowan Atckinson quizá seguiría haciendo monólogos antes de su debut en 'L'Escurçó Negre'; y los seriéfilos de hoy en día se habrían perdido obras maestras como 'Sherlock', 'Luther', 'Line of duty', 'The hour' o 'Peaky Blinders'. Pero no solo los ciudadanos de su majestad británica han disfrutado de estos y otros muchos programas que son ejemplo de calidad, sino que han viajado por todo el mundo y al hacerlo han mostrado una imagen de su país altamente positiva. Es por eso que, cuando hablamos de un ejemplo de tele pública, siempre acaba saliendo la corporación británica como el modelo a imitar, por la independencia de sus informativos, la calidad de sus producciones, el estilo y la internacionalización de su marca. Y ahora comparen ofertas y pregúntense por qué hay tanta diferencia entre el modelo del que nacen programas como los citados y otro que apuesta por Los Morancos y que tiene a Mariló Montero como una de sus periodistas de referencia. Porque las sociedades española y la británica no guardan diferencias tan significativas (la BBC tampoco tiene publicidad), así que no le echemos la culpa a esto y busquemos las razones en algo mucho más profundo: lo que es de todos, no nos preocupa.

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