El cuerno del cruasán

Mubarak y las ventajas del exilio

JORDI PUNTÍ

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Con el paso de los días, parece que se asienta el proceso de cambio político en Egipto. Los escritores e intelectuales egipcios en el extranjero, los líderes de la oposición, los analistas y los diplomáticos internacionales, todos ofrecen propuestas para una solución democrática. Incluso el propio presidenteMubarak, con la dimisión en los últimos días de la cúpula del Gobierno, incluido su hijo, parece haber entendido que su juguete está roto y no hay forma de repararlo. La duda principal que surge de este caldo de ideas y opiniones es si el cambio es cuestión de días o de meses. Ayer las crónicas decían que el tráfico intenso había vuelto a la capital, síntoma del retorno al escenario anterior, y los más pesimistas temen que el efecto agitador y festivo de la plaza Tahrir se pueda extinguir.

En esteimpassesobre el futuro de Egipto, todos coinciden también en que el primer escollo a resolver es el futuro deMubarak. Se recomienda un plan de salida que le quite de en medio de forma pacífica y silenciosa, aunque en la calle muchos manifestantes preferirían verle juzgado o expulsado del país. Enfermo y de avanzada edad,Mubarakha dicho que le dejen en paz y que quiere morir en Egipto. Uno se imagina que incluso ya le ha echado ojo a la pirámide que debería salvaguardar sus restos y se encuentra en pleno proceso de momificación faraónica. Es curioso como todos los dictadores también se parecen en esto del mutis final: después de décadas creyendo que el país era de su propiedad, anhelan un entierro de masas y la posteridad gracias a una tumba imponente.

Para suerte del pueblo egipcio,Mubarakya no tendrá la opción tipo Valle de los Caídos. Ahora hay dos alternativas: o se queda y se calla y muere en silencio, o se va al extranjero a vivir entre aduladores que buscarán su dinero. Siempre puede disfrazar la huida como un exilio forzoso, y planear un retorno triunfal. Esto es lo que hará, sin duda, el tunecinoBen Alídesde Arabia Saudí.

Hace unos días, en su programa televisivo de sátira política, el periodista norteamericanoJon Stewartofrecía aMubarak varias opciones de exilio. Una, por ejemplo, era irse a Francia y alquilar la mansión en la Costa Azul que ha dejado libre otro exiliado ilustre,Baby Doc Duvalier, el hijo del tirano, que en enero volvió a Haití. No es una mala idea,Mubarak. Piensa que, además, tu amigoSilvioBerlusconite visitaría los fines de semana. Él mismo se encargaría de todo.