Al contrataque

Monjas y bosques

Dos películas que optan al Goya hacen pensar que en ocasiones la única manera de soportar la vida es salirse de ella

ÁNGELES GONZÁLEZ-SINDE

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Mañana se entregan los premios Goya. Entre las que aspiran a mejor película europea hay dos grandes filmes: Ida y La sal de la tierra. Una es la historia de una monja polaca y su tía en los años 60. La otra es un documental sobre el fotógrafo brasileño Sebastiao Salgado contada por el alemán Wim Wenders. Ambas hacen pensar que en ocasiones la única manera de soportar la vida es salirse de ella. Ida es una novicia que antes de profesar sus votos e ingresar para siempre en el convento en el que fue recogida de niña, es enviada por la priora a conocer a su único familiar, una tía magistrada que le hará conocer su pasado, que no es otro que el pasado de Polonia y el exterminio del pueblo judío.

La historia de Salgado es por el contrario la historia de sus muchos viajes fotografiando el daño y la crueldad que unos seres humanos infligimos a otros con las guerras, la explotación, la pobreza. Después de acercarse con su cámara a tanta muerte y dolor y, sobre todo, después de su paso por los campos de refugiados ruandeses, Salgado llegó al final de un camino. Su alma, según cuenta, se sintió enferma. Al verlo incapaz de seguir adelante, su mujer tuvo una idea: volver. Después de varias décadas fuera de Brasil, la familia regresó a la finca en la que Salgado se había criado, solo que estaba devastada. Lo que antes habían sido frondosos bosques de mata atlántica era un secarral desolador. Retirados entre aquellos montes áridos, su formidable mujer se propuso recuperar los bosques recuperando a la vez el ánimo de Sebastiao. El retiro sirvió y, herido para siempre su corazón, su mirada se dirigió a los animales y a quienes viven en armonía con el medio ambiente.

Son dos formas de retirada, la de la mujer joven que decide ser monja y la del fotógrafo que necesita volver a aprender a mirar para mirarse a sí mismo y sentirse de nuevo parte del mundo que habita.

En retiro permanente

Curiosamente esta semana se ha celebrado la jornada mundial de la vida consagrada, que es como decir el día internacional de quienes viven en retiro permanente, monjas y frailes. Coincidiendo con el quinto centenario del nacimiento de Teresa de Avila, este va a ser su año. En España hay unos 45.100 religiosos con una edad media de 63 años, 10.000 son hombres y 35.000 mujeres, diferencia notable. Unos 400 jóvenes entraron como novicios en el 2013, la mayoría mujeres.

Quisiera averiguar qué atrae a esas jóvenes a la vida monástica, si es salirse de un mundo que no les gusta, o bien renunciar a lo personal, para meterse más en él. Si es alejarse para mirar la realidad con mejor foco o si la clausura y la vida contemplativa, más que restringir, lo que hacen es abrirles nuevos espacios sin ego, en un mundo en que los egos andan tan confundidos.