Al contrataque

Mienten

Necesitamos realismo y humildad. Y que pidan perdón. No cambiarán el pasado, pero pondrán algo de higiene al duro futuro que nos tocará afrontar

El ministro de Hacienda en funciones, Cristobal Montoro.

El ministro de Hacienda en funciones, Cristobal Montoro. / periodico

MANEL FUENTES

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Así de claro. Porque mentir también es retrasar la verdad. Generar un tiempo de ficción para jugar con nuestras emociones sin criterio. Porque sin información ni consciencia colectiva no hay decisiones libres. Y fuimos a votar secuestrados por falsas esperanzas. Unas prometían un nuevo país en un tiempo récord, otros no tener que claudicar ante Bruselas y seguir siendo soberanos con nuestros bolsillos rotos... y ya sabían cómo estaba el patio.

Ahora el capítulo del sainete se titula: «España descubre que el Gobierno incumple el déficit y deberá hacer un ajuste extra de unos 10.000 millones pendientes del 2015». Y siguen mintiendo. Eso, los políticos lo sabían. Echen un vistazo al 'Contrataque' del 2 de febrero titulado 'Elecciones', o escuchen al profesor Niño Becerra preguntando por los 10.000 millones en La Sexta Noche a Pedro Sánchez en campaña electoral. Todos sabían lo que se venía encima y callaron. O jugaron a decir que no iba con ellos o no lo iban a cumplir.

Que la bomba del 'España va mal' haya explotado ahora, tomando consciencia colectiva de nuestro desfase en el déficit y de nuestro agujero en la Seguridad Social, es un baño de realismo para los electores y recorta las alas de Podemos al tiempo que muestra cuánto plomo hay en las del PP. Unas nuevas elecciones ya no interesan a tantos. Aquí ya no somos soberanos para hacer lo que nos de la gana. Respiramos artificialmente en el euro, gracias a Draghi y algunos más. Pero, como les contaba en febrero, no tenemos muchas opciones. O tratamos de cumplir sudando aún más sangre, o decidimos incumplir deliberadamente para desangrarnos del todo buscando un limbo incierto y tenebroso lejos del euro.

UNA MALA FUNCIÓN

En esta situación los que cada vez tienen menos sentido son los representantes de esta mala función. Los causantes de atropellos públicos como Bankia, los que ayudaron a bancos y banqueros por encima de pequeños empresarios y ciudadanos con riesgo de deshaucio. Capturadores y obturadores de nuestros mecanismos de progreso, corruptos organizados, manipuladores del discurso público. Esos que aún se nos presentan como imprescindibles para comandar o cambiar nuestro presente. Mienten.

¿De qué soberanía hablan si nos han endeudado hasta las cejas de nuestros nietos? ¿Qué buena gestión van a prometer ahora los que no han querido ni sabido reformar esta máquina diabólica en la que han convertido las estructuras del Estado? El desfase de nuestra rueda es ya del 5%, y la deuda del 100% del PIB. ¿Qué confianza merecen los que nos prometieron una realidad que ni existe ni llegará? Lo que necesitamos con urgencia es realismo y humildad. Y que pidan perdón. No cambiarán el pasado, pero pondrán algo de higiene al duro y esforzado futuro que nos tocará afrontar.