Messi y la posverdad futbolística

Messi golpea el balón en la acción del primer gol azulgrana en Glasgow.

Messi golpea el balón en la acción del primer gol azulgrana en Glasgow.

ALBERT GUASCH

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Hemos entrado con el Barça en la era de la posemoción? A este concepto aludía Jordi Bianciotto en su crítica sobre el concierto de Justin Bieber. Por mucha histeria a su alrededor, el ídolo teenager reacciona con frialdad, como si fuera el apasionamiento histérico una actitud lógica ante su corpórea presencia en el escenario. Lo mismo que otras estrellas pop: citaba a Beyoncé o Rihanna. Impera el distanciamiento, el regateo de la emoción.

Volvamos al Barça. Ante el Celtic, el equipo recuperó al tridente, el oficio y también la victoria, y como no podía ser de otra manera, se aseguró el pase a la siguiente fase de la Champions. Pero por encima de todo recuperó a Messi, cuya baja por solo un día trastorna la estructura que parece mejor cimentada. Con su vuelta y su nueva exhibición de poderes interplanetarios, cabe siempre un rato para preguntarnos con nostalgia futurista qué será de nosotros cuando no esté el 10.

De ahí el enlace con el término de la posemoción. Imaginamos un día en que el caudal emocional del aficionado se habrá vaciado. Imaginamos un loable esfuerzo de la nueva hornada de artistas del balón, cracks que sin duda habrá, pero recordaremos a Messi y se nos pondrán ojos de Justin Bieber: reconocimiento frío, lo hemos visto todo.

No queremos que corra el tiempo. Queremos seguir disfrutándolo más y más. Y nadie quiere ponerse nervioso por la tardanza en la renovación. Ni tan siquiera cuando el futbolista argentino elude hablar de ello, como en el acto comercial de ayer, que como todas las superestrellas del club es en las únicas ocasiones que dirige unas pocas palabras a su audiencia de Barcelona.

Dependencia casi 'yonki'

Pese a ser un asunto que empieza a generar cierto picor -su contrato concluye en el 2018, a la vuelta de la esquina-, no se habló de cuándo piensa firmar. De esa omisión, voluntaria o no, se puede seguir alimentando la inquietante incertidumbre. Pero como no debe de ser una operación financiera sencilla, habrá que ser comprensivos con los que hacen los números en el club y darles tiempo.

Llama la atención esa declaración de que se siente uno más y de que el equipo no depende de su inacabable inspiración. Una frase de lo más políticamente correcta. O una mentira gordísima. Existen demasiadas pruebas de que hay una dependencia casi yonki de sus destellos de luz. Es el mejor de la historia, ¿cómo no iba a haberla?

Comparación engañosa

Aunque ninguna mentira resulta más flagrante que la comparación con Cristiano Ronaldo. Debería incluirse esa supuesta igualdad en el grupo de acontecimientos que conforman la actual era de la posverdad, ese término omnipresente que alude al triunfo de la mentira sobre la verdad.

Ahora que viene el Balón de Oro y posiblemente se lo entreguen a Cristiano por méritos colectivos, la maquinaria de la posverdad continuará engrasada. Signo de los tiempos. El éxito de otro engaño más.