La rueda

«La maté porque era mía»

ENRIC MARÍN

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No hace tanto, cuando los tripartitos de izquierdas en Catalunya eran presentados casi como la octava plaga de la humanidad, alguien creó la contraimagen del «eje de la prosperidad» español. Contra el eje del Mediterráneo, el eje de la prosperidad formado por Madrid, Valencia y Baleares. Hoy son precisamente Madrid, Valencia y Baleares los exponentes más claros del fracaso rotundo de la concepción aznarista de la economía o la política. En este contexto, la imagen más nítida de decadencia política y de falta de proyecto social colectivo la han proporcionado los dirigentes conservadores de Baleares y Valencia en el terreno educativo y cultural.

Me refiero a la revuelta del mundo de la enseñanza de Baleares contra la aplicación autoritaria del decreto del tratamiento integrado de lenguas (TIL) y al cierre abrupto de Radiotelevisió Valenciana (RTVV). La imposición del TIL ha sido una muestra de manual de cómo un político sin proyecto se dedica a crear problemas haciendo agit prop torpemente. Pero ha sido más ilustrativa la liquidación alevosa y nocturna de RTVV. Por el qué, por el cómo y por los patéticos intentos de justificación. Primero desfiguraron el servicio público audiovisual imponiendo un control partidista y gubernamental asfixiante. Luego priorizaron el clientelismo y el amiguismo por encima de los criterios de rigor en la gestión que requiere toda empresa pública. Finalmente, cuando ya no le han visto utilidad política han decidido cerrar la que, sin embargo, era la empresa cultural más importante del País Valenciano. Las razones que el Gobierno valenciano ha esgrimido para intentar justificar lo injustificable son un manifiesto de la pobre consideración que le merece la cultura. En vez de contraponer el servicio público audiovisual al resto de servicios públicos, Fabra debería haber dicho: «La maté porque era mía».