OPINIÓN

Los 100 días en funciones de Rajoy

JESÚS RIVASÉS

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Este martes de Pascua, cuando Catalunya y parte de Europa -Madrid lo hizo el lunes a medio gas- recuperan la actividad tras el paréntesis, esta vez trágico por las masacres en Bruselas y en otros lugares, Mariano Rajoy cumple 100 días al frente de un Gobierno en funciones. Podrían llegar a ser el doble, si como espera el inquilino de la Moncloa hay repetición de elecciones. La anunciada reunión entre Pedro Sánchez y Pablo Iglesias ofrecerá las primeras pistas definitivas si el camino del líder socialista hacia la Moncloa se allana o se complica. En cualquier caso, y aunque los socialistas logren los apoyos -o las abstenciones- necesarios, todo apunta a que el suspense continuará, como ocurrió con el Govern catalán, hasta que expire el plazo.

El país que gobierna en funciones Rajoy, haya Gobierno o nuevas elecciones, vive en la encrucijada de consolidar la salida de la crisis y seguir adelante en la tarea de reducir el desempleo o, en el mejor de los casos, estancarse. España, según las previsiones del Fondo Monetario Internacional superará en el 2016 a Italia en renta per cápita, con una media de 36.650 euros frente a 36.429 euros, en términos de paridad del poder de compra. Nada que ver con aquellos entusiasmos de Zapatero en sus momentos de euforia de que España igualaría a Alemania, pero un paso adelante, sin duda.

La España en funciones, a pesar de su mejoría indudable, también presenta rasgos preocupantes que, combinados con ciertas ideas asentadas en el imaginario popular, puede originar un coctel explosivo. Por ejemplo, según los últimos datos publicados por la Seguridad Social, al cierre del 2013, el gasto en prestaciones sociales fue de 259.529 millones de euros, es decir, apenas un 2,66% menos que los 266.625 millones gastados por ese concepto en el 2011. Y, lo que todavía resultará más sorprendente para algunos, el gasto en prestaciones sociales en el 2013 -y los avances de datos de el 2014 y el 2015 van por el mismo camino- fue superior en casi 1.000 millones de euros que el del 2009. Todos los números son susceptibles de interpretarse, y hay expertos en retorcerlo, pero están ahí. Un Gobierno menos efectivo, pero más hábil, habría sacado partido de ellos.

El país que gobierna en funciones Rajoy es un país que en el 2013 tenía 17,5 millones de personas ocupadas -con trabajo- y nada menos que otras 14 millones de personas que viven de las diferentes prestaciones sociales, desde las pensiones contributivas a la renta mínima de inserción, sin olvidar los subsidios por desempleo. Las cosas han mejorado algo, porque ahora hay 18 millones de ocupados, pero no hace falta ser premio Nobel de Economía para concluir que esos porcentajes entre ocupados y perceptores de prestaciones son insostenibles en el futuro, por muchos impuestos que quieran subir los populistas de todos los partidos. Es la realidad económico-social de un país en funciones que, a pesar de todo, no está vacunado contra un populismo que empeoraría la situación.