DOS MIRADAS

Las dos orillas

EMMA RIVEROLA

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En una orilla, el grito. El rugido airado, ebrio de rabia y de impotencia, del que clama libertad. El miedo al ver caer al que corre junto a ti. El corazón enloquecido al advertir a los aviones asesinos dibujarse en el cielo. El terror a la oscuridad rota por el fuego, a la sangre que tiñe el asfalto, al olor a muerte que quiere alcanzarte, al próximo bombardeo, a la bala que te persigue.

En la otra orilla, el silencio.

En una orilla, miseria empapada en petróleo. Vidas cargadas de lastres, de sueños perseguidos, de ansias mutiladas. Y en las calles, los pasos atropellados de las víctimas que se han puesto en pie. En pie para sentirse vivos. Alzados para vencer o para morir. Levantados para no agonizar rendidos, para sentirse dueños de su mañana y arrebatar la guadaña al verdugo.

En la otra orilla, la parálisis.

En una orilla, el espejismo de un futuro libre y próspero. La mirada fija en los faros del norte, en la esperanza de un porvenir democrático, en la ilusión de una sociedad más justa, más tolerante, más abierta. Una valiente marea de hombres y mujeres capaces de conjurar a la opresión y seguir adelante, aunque sepan que no todos llegarán al final.

En la otra orilla, la obscena cobardía. La espera oportunista. La mirada puesta en el ombligo. La indolencia… Occidente.