La rueda

La izquierda cínica

ANTÓN LOSADA

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Además de la extensión inútil e injusta de las políticas de sufrimiento masivo, una de las consecuencias más molestas de esta larga estafa a la que llaman crisis es la insoportable reducción a la nada perpetrada por el pensamiento dominante. Soniquetes como «hemos vivido por encima de nuestras posibilidades» o «hacer los deberes», además de lesionar al lenguaje, hieren de muerte a la inteligencia. Entre los eslóganes políticos justificativos más repetidos resurge un viejo clásico: «No hay alternativa».

No sé ustedes, pero en el debate del estado de la nación se ha podido ver y escuchar con claridad a una oposición que se parece poco al Gobierno. Rubalcaba tiró a dar con un discurso netamente ideológico y una oferta alternativa. Cayo Lara estuvo duro e incisivo y defendió con coherencia un modelo diferente. Así estuvieron los demás portavoces de la izquierda. Formularon críticas llenas de sentido y dibujaron propuestas para salir de la crisis de otra manera. Por no haber alternativa, Mariano Rajoy debió fajarse a fondo, dedicarle tiempo y tragarse unas cuantas contradicciones.

Alternativa hay, soluciones también. Si no le gusta un candidato, hay media docena más donde elegir. Cabe preguntarse si el problema reside en la falta de alternativa o más bien en la conveniencia de usar esa coartada para dejar que gobierne la derecha y ejecute esas cosas que no nos gustan pero viene bien que hagan. Cuando uno paga un seguro privado, un colegio privado o un plan de pensiones privado, que el Gobierno le permita resarcirse fiscalmente siempre resulta una oferta tentadora. Tienes lo mejor de los dos mundos si además puedes seguir proclamándote de izquierdas argumentando que si hubiera una verdadera alternativa acudirías a votar y apostarías sin duda por lo público. Pero seguro que me equivoco pensando mal. Nadie es tan cínico.