Análisis

Inacabada desde hace más de un siglo

La Via Laietana refleja como nada el destino de Barcelona, los cambios que hay que hacer para reparar una ciudad que ha crecido a trompicones

Vehículos en la Via Laietana.

Vehículos en la Via Laietana. / periodico

JORDI PUNTÍ

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¿Quién ama a la Via Laietana? ¡Qué calle más maltratada! Ruidosa, caótica, alargada como el tubo de un embudo, es la arteria obstruida de Barcelona, siempre al borde del ataque de corazón. Manuel Vázquez Montalbán veía en ella el perfil de las calles de Manhattan: esa sensación de gran cañón, intensificada por la altura de los edificios y su estilo decorativo años 20, todos esos bancos y aseguradoras y el Foment del Treball... ¿Cuántos años hace que el edificio de los sindicatos, en la esquina con Argenteria, está cubierto y como detenido en el tiempo? Quién sabe. Lo miro, veo los jirones de las telas que lo cubren, y me imagino que un día pasará como en aquella película de los Monty Python: hinchadas por el viento, las velas le harán levantar el vuelo y el edificio-barco se irá mar adentro...

UN AIRE FUTURISTA

Mientras esto no sucede, observo el templete que lo corona e intuyo a los especuladores inmobiliarios salivando para hincarle el diente. Como ocurre con este edificio, la Via Laietana es una galería de misterios que solo se resuelven con nuevos misterios. O con hoteles. ¿Cómo puede ser que una vía tan estrecha contenga tantos hoteles? Contando de memoria me salen 15.

Se conservan muchas fotos de la construcción de la Via Laietana, hace poco más de un siglo. La zanja para hacer pasar el metro, los carros de los campesinos abriéndose paso entre los escombros. Me fascina el aire futurista que tenía todo aquello, la complejidad de un mundo que surgía para cambiar de fisonomía, para imponerse y sustituir a otro. Este carácter urbano de la Via Laietana, precisamente, refleja como nada el destino de Barcelona, los cambios que hay que hacer para ir remendando una ciudad que ha crecido a trompicones, entre aciertos y prisas, víctima finalmente de su éxito.

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A veces parece que la esencia de la Via Laietana es que no se termine de construir nunca. Me pregunto si el problema endémico es la relación entre los edificios y la calle. ¿Cómo se puede mejorar el funcionamiento de una vía demasiado estrecha, si antes no sabemos cómo son los vecinos y a qué dedican su tiempo libre? No hay más que esperar en la cola del autobús para coger el V15, un mediodía cualquiera, y te das cuenta de que las aceras deberían ser más anchas y espaciosas...

REFORMA INTEGRAL

Cuando se plantea el futuro de la Via Laietana, el ayuntamiento es consciente de que en el horizonte debe haber una reforma integral. Ellos lo llaman una pacificación, un término que tiene la virtud de admitir el conflicto permanente que genera hoy en día. La reforma de la plaza Antonio Maura, que ahora se propone, irá muy bien para entender mejor la saturación que viven las aceras y el desequilibrio entre peatones y tráfico. Las actuaciones ante la comisaría por parte del Comissionat de la Memòria Històrica y en la plaza Antonio López no son discutibles, pero giran más hacia lo simbólico. Desde lo alto de la vía, frente al viejo edificio de La Caixa que ahora es propiedad de Núñez y Navarro, la estatua de Francesc Cambó –en mitad del paso– lo observa todo con inquietud.