dos miradas

Gritos desde la tumba

EMMA RIVEROLA

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¡Ni una muerta más!, gritó la poetisa mexicanaSusana Chávez. El martes la enterraron. 36 años. Y mujer. Mujer comoMarisela Escobedo, madre de una muchacha de 16 años también asesinada en Ciudad Juárez. Una madre que, burlada por la justicia y harta de recibir amenazas de muerte, se instaló el pasado diciembre frente al palacio de gobernación de Chihuahua. Si la querían asesinar que lo hicieran allá, para vergüenza del Gobierno. Y allí la mataron. Un balazo en la cabeza. Vergüenza para todos.

MurieronSusana, Mariselay ya van centenares de mujeres en Ciudad Juárez. Muchas de ellas tan pobres, tan jóvenes y tan nada que ni siquiera las autoridades se han molestado en registrar sus muertes. Mujeres torturadas, violadas, mutiladas y asesinadas. Los cuerpos de muchas, desaparecidos para siempre. Cientos de cruces rosas sobre la tierra árida, el miedo en las calles y el silencio cómplice y cobarde de la autoridad.

«Habré de regresar, habré de quitarme la piel para caer sobre tu alma», dejó escritoSusana Chávez. Palabras vivas más allá del latido detenido, del aliento robado, de las energías ahogadas. Que sus versos nos lleguen, se cuelen por nuestros poros, se filtren en nuestra sangre y se conjuren para hacerla regresar. A ella y a todas las víctimas. Para caer sobre todos los miserables que buscan en el cuerpo de las mujeres el reflejo vil y sórdido de su hombría.