La gestión en una organización en comunidades autónomas

El gobierno económico de las autonomías

La afirmación de que el Estado descentralizado dificulta la salida de la crisis carece de fundamento

El gobierno económico de las autonomías_MEDIA_2

El gobierno económico de las autonomías_MEDIA_2

GUILLEM Lopez-Casasnovas

Por qué confiar en El PeriódicoPor qué confiar en El Periódico Por qué confiar en El Periódico

Uno de los argumentos más frecuentes contra el actual modelo de Estado autonómico es que genera supuestos efectos perniciosos sobre la política macroeconómica, aquella que, por otro lado, debería ayudarnos a salir de la crisis. Según esta tesis, el Estado autonómico genera tantos obstáculos que se convierte en un engorro para que las medidas anticris sean eficaces. Esto explica que las propuestas recentralizadorasobtengan un amplio consenso entre los diversos partidos que comparten el nacionalismo español. No obstante, la afirmación de que la gobernanza en estados descentralizados empeora las salidas de la crisis económica está lejos de tener fundamento. Es más: ¿empeora respecto a qué? ¿A la que se obtendría con un modelo centralista? Si debe revisarse, sería ¿a favor del Estado tradicional o de ámbitos supraestatales nuevos? La crisis, ¿es culpa de las administraciones descentralizadas o de quien, como en España, las ha creado con un modelo que fomenta antes la autonomía de gasto que la responsabilidad fiscal? ¿Quién ha provocado que las actuales políticas fiscales autonómicas sean más procíclicas que amortiguadoras? ¿Han sido las autonomías o el propio Estado al dotarlas de una especifidad de ingresos y gastos que está fuera de los cánones más tradicionales del federalismo fiscal?

Está por demostrar que sean ciertos esos supuestos efectos perniciosos del modelo autonómico ante la necesidad de combatir la crisis. No deja de ser curioso que el liberalismo político y la descentralización fiscal en nuestro país, contrariamente a la doctrina más establecida en el mundo, parecen ser solo compañeros de conveniencia:a la teoría económica que la sustenta, peronoa la práctica política partidaria.

Veamos las razones. Desde el enfoque tradicional de la Hacienda Pública se sabe que cuando se necesita una estabilización económica la existencia de competencias descentralizadas puede mermar los efectos multiplicadores de las políticas keynesianas. Esto se debería a que los territorios autonómicos tienden a afrontar con menos decisión las políticas anticíclicas que sí se hace desde un único órganismo central. También es más probable que desde organismos descentralizados se tienda a aumentar la deuda con más créditos, lo que tiene sus efectos sobre la inflación. Esto último la UE lo ha superado mediante el pacto de estabilidad en cuanto a las normas fiscales y con la cesión de la política monetaria a un ámbito tan supraestatal y tan poco administrativo como es hoy el Banco Central Europeo.

Si queremos aprender de ese modelo, podemos comprobar que lo que realmente coarta la gobernanza total son las restricciones que impone un determinado modelo político-constitucional en el seno de cada uno de los estados de la UE, más que el fenotipo del federalismo fiscal. O sea, lo que realmente determina la eficiencia económica está en la calidad de las normas y los procedimientos que se dictan. Así pues, el problema está más relacionado con la naturaleza de la descentralización española, plagada de acuerdos de extrema ambigüedad que generan consenso en un principio, pero al que sigue el disenso cuando se quieren hacer operativos los pactos. La responsabilidad de estos problemas no es, pues, de las autonomías, sino de la Administración central.

Algunos pueden argumentar que la causa de larecentralización,sea cual sea el fundamento, es justa por otros motivos. Se pone como ejemplo de descentralización excesiva el hecho de que existan 17 pequeños sistemas nacionales de salud, incluidas comunidades que con tan solo 200.000 habitantes pretenden que sea un sistema completo: tener todos los servicios en todos los niveles. Esto es absurdo: en Inglaterra, las regiones sanitarias tienen un mínimo de dos millones de población. Lo mismo podemos decir sobre determinados servicios sociales o educativos.

Y ya se sabe que siempre será posible, entre un colectivo tan heterogéneo como el que componen las autonomías españolas, encontrar algún caso claramente distorsionado que sirva para disparar por elevación y permita generalizar de la anécdota a la categoría. La descentralización hace visibles todas las diferencias, y permite su lectura política, como la supuesta pérdida de cohesión social en pos de la diversidad territorial, a diferencia de los estados centrales que las consolidan y no deben dar explicaciones.

Así, se dice que el problema lo provoca la extensión a 17 comunidades de algunas competencias con el fin de diluir la aspiración al autogobierno de tres comunidades nacionales, algunas con tanta población como muchos otros estados europeos. El sudoku no lo crean, pues, estas tres comunidades históricas, sino el absurdo de diluirlas en el todo y hacer de la generalización la mejor coartada para después marcar el ritmo, incluyendo la marcha atrás, de su avance hacia el autogobierno. Si larecentralización no es la solución, Europa es el camino. Más Europa es la prescripción, no larecentralizaciónde competencias por parte de los estados tradicionales.

*Catedrático de Economía (UPF)