Al contrataque

Generosidad

ANA PASTOR

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Está acurrucado sobre su pecho. Siente que unos brazos le rodean y más arriba se intuye una sonrisa que termina de perfilar la estampa de la felicidad del momento. Duerme y respira muy despacito, como si a su alrededor el tiempo se hubiera parado. Duerme y descansa como si no existiera nada antes, como si no hubiera un pasado. El suyo en realidad es corto, muy corto. Tiene solo cuatro meses de vida pero tiene ya un gran costurón. Su madre no pudo asumir lo que le venía y tomó la decisión más difícil de su vida. Abandonarle.

Es solo un bebé, pero la vida le acaba de dar una segunda oportunidad. Y quizá no sea la última. Se llama Iván, o Juan, o Pablo, o María. Los brazos que le rodean empiezan a moverse. Las manos pasean una caricia por la pequeña espalda. Empieza a desperezarse porque le toca comer.

Blanca y Edu son hoy sus brazos y sus abrazos. En unos meses dejarán de serlo. Forman parte del programa de acogida de Madrid por el que algunas parejas tienen durante un tiempo a esos niños hasta que encuentran una familia de adopción permanente o pueden volver con los suyos. Se evita así que sean internados en un centro siendo tan pequeños. Por la casa de Blanca y Edu han pasado ya 13 bebés. Y la rutina de la llegada y la despedida es siempre igual pero siempre es diferente. Han pasado 13 menores y todos ellos han construido parte de ese hogar. Y, a cambio, se han llevado la estabilidad que te da sentirte querido y protegido. Alimento básico para el alma cuando acabas de llegar al planeta Tierra. Un aterrizaje suave. Y lo mejor de estas parejas es, sin duda, su generosidad. No adoptan a los niños, no son ni serán suyos.

Gestionar la ternura

Sin embargo, el discurso de Edu y Blanca, como el de otros padres, es el del bien para la sociedad. Se trata de pensar en el futuro que queremos construir. Edu y Blanca tienen dos hijos biológicos. Ellos forman parte también de esa gestión de la ternura tan maravillosa. Pero, además, en un momento en el que la política está triturada y su imagen por los suelos, parejas como Edu y Blanca ponen en valor que alguien en la Administración autonómica de Madrid, Catalunya o cualquier otro punto de España piense en la situación de estos menores y se decida que un centro no es lugar para un bebé. Y ponga fondos para ello. Qué mejor inversión con nuestros impuestos.

Gente que merece la pena entre los ciudadanos y, aunque parezca un hecho extraño, entre quienes nos gobiernan. Gente de la que hablamos muy poco en los medios. Gente que construye este país desde dentro y de manera callada. Gente que ni siquiera se plantea sus vidas como algo extraordinario. Gente que, precisamente por eso, es extraordinaria.