Dos Italias en una

De Gea, superado, en el 2-0 de Italia que sentenció la eliminación de España.

De Gea, superado, en el 2-0 de Italia que sentenció la eliminación de España. / periodico

DAVID TORRAS

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Italia jugó como la Italia de toda la vida cuando le convino para recuperar el honor y escribir la historia como se ha escrito casi siempre. Italia es un mal enemigo cuando hay cuentas pendientes. No hay vendettas que duren 100 años. Esta ha durado ocho, un eternidad cuando andan por medio tipos como Buffon, Chiellini, De Rossi... Es cuestión de tiempo. Tarde o temprano van a dar contigo.

Pero Italia también jugó como si quisiera parecerse a España, con menos posesión y más vértigo, pero con un estilo admirable en un primer tiempo que tuvo aires de baño con De Gea volando de palo a palo aunque en el gol ajustara la barrera a ojo.

{"zeta-legacy-destacado":{"strong":"Conte pretende\u00a0unir\u00a0los dos modelos\u00a0","text":"que dividen el mundo del f\u00fatbol y reafirm\u00f3 las palabras de Xavi: \"Es mitad\u00a0Atl\u00e9tico y mitad\u00a0Bar\u00e7a\""}}Conte puso palabras a las sensaciones que ya había expresado Xavi en tono elogioso y que dejó por momentos un equipo que, a diferencia de tantas y tantas veces, se ganó lo que recibió, sin nada que echarle en cara: «Italia no es solo catenaccio, es medio Atlético y medio Barça». Los dos modelos que se imponen y que, simplicando, parten en dos el mundo del fútbol en medio de agitados debates.

Por más undécima que luzca, el Madrid no es una referencia (en los sorteos, sí) ni nadie pretende seguir sus pasos. Italia, dos modelos en uno, a medio camino de unos y otros, más lejos de la inimitable esencia azulgrana, que también ha cambiado y le acerca un poco más en ese gusto por ir deprisa y no entretenerse para llegar arriba, que del cholismo del que se siente más cerca por naturaleza.

Un caño de De Rossi a Iniesta retrató ese cambio de papeles, el mundo al revés, o del derecho porque España solo se ha parecido a la España ideal en los primeros pasos cuando puso el pie en Francia con más determinación que nadie, lejos de los fantasmas del Mundial y encumbrada por los mismos que pedían cabezas en cuanto sonó el pitido final.

La campeona se ha ido empequeñeciendo hasta perder el rastro de la hegemonía que le llevó a dominar el mundo, sostenida por el triángulo que mejor ha entendido y ha dominado este juego: Busquets, Xavi, Iniesta.

España ya no es lo que fue, de la misma manera que podría haberle ocurrido al Barça sin la aparición del tridente. Ni siquiera Messi es invencible. Todos lo sabíamos pero sus lágrimas nos lo recordaron a primera hora con toda la crueldad y nos acompañaron todo el día bajo el sudor frío de imaginar que algún día diga del Barça lo que dijo de Argentina: «Lo dejo».

Cuánto debe echar de menos Leo a Iniesta, y a Xavi, y a Busquets, siempre a punto para mimarle. Y cuánto darían ellos por haberle tenido a su lado, ahí delante, donde antes estaba Villa y donde Piqué tuvo más cerca el gol que los dos delanteros centro. El tiempo pasa y España ha ido perdiendo piezas que la han ido alejando de una España que ya no existe. Y la primera cabeza que pide la furia que vuelve es la de Del Bosque.