OPINIÓN

Encajar a Coutinho

La operación-relevo que dirige Valverde en el Barça es tan importante como delicada

Coutinho sustituye a Iniesta en el Barça-Espanyol de la Copa del Rey.

Coutinho sustituye a Iniesta en el Barça-Espanyol de la Copa del Rey. / periodico

Antonio Bigatá

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Coutinho probablemente tiene mucho futuro en el Barça. Pertenece a la generación inmediatamente posterior a la de los barcelonistas que han protagonizado los recientes grandes años bellos del club, y llega precisamente dentro del movimiento estratégico de relevarlos con la máxima suavidad posible. El brasileño, por sus características y estilo personal, parece destinado a sustituir a Iniesta.

Analicemos el contexto. Probablemente en los años que vienen nadie tendrá que cargar con la responsabilidad de ocupar la función de Messi. El Barça del futuro deberá enfrentarse a esa cuestión encontrando una solución colectiva, aceptando que pasará a ser un equipo más normal sin un milagrero. Podemos considerar lo de Neymar como un experimento confirmatorio. Sensacional en Barcelona, sensacional en París, pero es otra cosa, algo diferente a Messi. Se trata de una figura impresionante, como Cristiano Ronaldo y pocos más, pero se mueve en un peldaño inferior.

La operación-relevo que dirige Valverde es tan importante como delicada. Debe intentar hacerla sin dejar de ganar títulos, sin cometer injusticias con los jugadores que ya no tienen futuro pero todavía son buenísimos y útiles, y sin dejarse presionar por el entorno del club, uno de los más difíciles del mundo.

Un principio regular

El barcelonismo es exigente, muy depresivo y vive dividido por rencillas del pasado que nunca se superarán del todo. Además es quejica, impaciente, frente a los problemas pide soluciones rápidas o revoluciones, y tiene grandes enemigos externos que más que ganarle desean destruirle. Así es la piscina en la que nada el Txingurri.

Coutinho ha demostrado tanto que es un jugador magnífico como que será complejo el proceso de encajarlo a nivel de superestrella

Para ser sinceros debemos reconocer, no como problema pero sí como dato, que la incorporación de Coutinho ha empezado solo regular. En los tres partidos ha demostrado tanto que es un jugador magnífico como que será complejo el proceso de encajarlo a nivel de superestrella.

Cuando llegó el equipo estaba consolidado como eficaz y ganador. A partir de catorce o quince hombres habituales había diez titularísimos y se echaba en falta el titular indiscutible número once que hasta ahora no ha podido ser Dembélé por las lesiones. El barcelonismo soñaba que lo tendría inmediatamente en cuanto aterrizase Coutinho. Pero Valverde debe integrarlo sin adelantar la fecha de jubilación de Iniesta y sin que el brasileño desordene lo que funcionaba bien.

Encontrar la cuadratura

Coutinho ha intervenido en tres encuentros, ha ido probando sitios y papeles diferentes sobre el césped, y aún confirmando su clase individual en ningún momento ha dado la sensación de que con él mejorase el juego colectivo. Le han alineado con o sin Iniesta, por la derecha, por la izquierda, un poco adelantado o integrado en la fábrica del centro del campo, sin resolver las limitaciones que separan al actual Barça de un nivel más superior. Con él, por ejemplo, no parece que el equipo tenga más facilidad para elaborar oportunidades de gol o mejore en la consistencia frente a los contragolpes adversarios.

Sólo han sido tres partidos. Nadie tiene derecho a decir que Coutinho haya traído bajo el brazo problemas de tipo táctico. Hay que saber esperar a que vaya madurando su incorporación y ver, por otra parte, su compatibilidad con el estilete (que se intuye que puede dar resultados positivos inmediatos) que teóricamente es Dembélé. Hay que dejar trabajar con tranquilidad a Valverde en la pizarra para que encuentre la cuadratura de una cuestión que no es exactamente un círculo pero que en algunos momentos parece serlo.