Digerir

MANEL FUENTES

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Cada vez cuesta más hacer la digestión, de casi todo. Tengo amigos que empiezan el diario por el final, y desde aquí se adentran, no sin reparos, en este plato que servimos bajo el nombre de la actualidad. Si la contra ya no les gusta, abandonan, por lo que pido disculpas a mis compañeros por si algún día por mi culpa se han quedado sin opción de ser leídos. A veces les frena la sección de Televisión o Deportes, si un tal Mourinho sale con foto. Otros se apean en Cultura y solo los más intrépidos llegan a Política y algunos hasta las relacionan con otras noticias del diario.

Por ejemplo, la crisis del embutido y del frankfurt es 'muy Pujol'. Toda la vida consumiéndolo con devoción y ahora que la OMS y la justicia nos informan de que puede perjudicar la salud, no sabemos qué cara poner sin que se nos enrojezcan las carnes. Los derivados y los procesados no le sientan bien ni al sistema bancario, ni al político ni al estómago.

También cuesta digerir las historias e imágenes de los refugiados con la frialdad y la falta de empatía con que los mandatarios europeos gobiernan la crisis. Hay quién necesita un Alka-Seltzer de urgencia al ver en las primeras páginas los efectos secundarios que producen en la población consumos políticos recientes. Gente que ahora se escandaliza o querría otra cosa. Que no sabía que esto iba en serio. O que pensaba que iba, pero con gente más seria.

Cada día comprobamos que lo que consumimos no viene con un prospecto claro de contraindicaciones y que a veces ni nosotros somos conscientes de nuestras contradicciones. Así que todo se nos hace más pesado, y podríamos llegar a la úlcera si tomásemos conciencia de que pudiendo distinguir entre lo nutritivo y lo nocivo, no lo hacemos.

Un mundo que pide paso

Los expertos saben lo que es bueno comer o lo que se puede cumplir de un programa electoral. Saben cómo estamos económica y jurídicamente y qué mecanismos de control y limpieza se necesitan para que la cosa funcione. La pregunta es: ¿qué nos impide hacerlo colectivamente?

Hay un mundo que pide paso, sin intermediarios, sin intereses que pasen por encima del bienestar de las personas. Qué longitud de onda nos afecta; qué alimentos intoxican; qué energía es la más limpia y cómo generarla a bajo precio; cuál es el nivel de deuda razonable y a través de qué mecanismos se puede reducir, son preguntas con respuesta a nuestro alcance. Lo que debemos desterrar ya son las puertas giratorias, las comisiones, las presiones de los lobis... Que se queden tranquilos: si algo es bueno no hace falta insistir mucho. Se acabará imponiendo. Señores intoxicadores, si su mundo se muere, no hace falta que lo hagan matándonos. Basta ya de colocarnos con calzador los intereses de unos pocos. Viva la Información, la responsabilidad y el compromiso.