La rueda

El día después del Año Nuevo

La primera jornada del año ya la malgastas arrepintiéndote por haber cometido alguno de los errores que acababas de jurar evitar

ANTÓN LOSADA

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El 2 de enero es el día más infravalorado del año. No le importa a casi nadie. El calendario y la condición humana son así. Él no tiene culpa alguna de ir tras el 1 de enero, pero paga caro nuestro humor y es un daño colateral de una surtidísima gama de resacas. Para muchos de nosotros suele empezar y acabar como el primer día del 2015 que ya malgastas arrepintiéndote por haber cometido alguno de los errores que acababas de jurar evitar. Tienes la coartada de que la Nochevieja nos confunde. Pero en el fondo sabes que has arrancado un ciclo de examen de conciencia y propósito de la enmienda al cual dedicarás la mayor parte del año nuevo, igual que ya se la consagraste el año anterior.

Quien quiera que fuera en Canal Sur que metió la publicidad en mitad de las campanadas sabe bien de qué hablo. Mariano Rajoy se estará preguntando por qué tuvo que poner en su tuit de año nuevo que España «ya sale» de la crisis, como los miles de jóvenes que ya han salido de España porque aquí no hay futuro para ellos. Artur Mas y Oriol Junqueras ya se andarán reprochando presentarse juntos o por separado al primer catalán del año, Noelia, nacida en Tortosa; pronto aprenderá que el año es nuevo pero las dudas siempre son viejas.

Nadie se libra de la maldición del segundo día. Dos minutos viendo las críticas de machotes desaforados al vestido de Cristina Pedroche o las alabanzas cristianas a la capa de Ramón García durante las uvas y uno mismo se agobia por tener que vivir todavía en un país que continúa siendo tan conservador, mojigato y pamplinero.

Lo mejor de equivocarse reside en que si los demás no te perdonan, siempre queda la opción de absolverse uno mismo. No te cobran y funciona exactamente igual. Hagan lo que puedan y tengan cuidado ahí afuera.