EN CLAVE EUROPEA

La derecha imita a Macron en Austria

Sebastian Kurz, se dirige a una reunión del Gobierno, el pasado 16 de mayo.

Sebastian Kurz, se dirige a una reunión del Gobierno, el pasado 16 de mayo. / AP / RONALD ZAK

ELISEO OLIVERAS

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El nuevo líder del Partido Popular austriaco (ÖVP), Sebastian Kurz, ha puesto fin a la coalición gubernamental con los socialdemócratas y ha forzado unas elecciones anticipadas el 15 de octubre. El ministro de Asuntos Exteriores, de 30 años, aspira a imitar al presidente francés, Emmanuel Macron, y aprovechar su popularidad personal para mejorar las expectativas de su partido, que los sondeos colocaban en tercer lugar de intención de voto, por detrás del ultra Partido de la Libertad (FPÖ) y de los socialdemócratas (SPÖ). De momento, la maniobra parece funcionar ya que desde la elección de Kurz al frente de partido algunas encuestas indican un salto en sus expectativas electorales al pasar del 20% al 26%-35% en intención de voto y colocan a los conservadores en cabeza. 

La apuesta de Kurz, sin embargo, ofrece la oportunidad a la extrema derecha de volver al Gobierno federal, después de que estuviera a punto de conseguir en el 2015 la presidencia del país, cuando el candidato del FPÖ, Norbet Hofer, barrió de forma humillante a los candidatos popular y socialdemócrata, los dos partidos que dominan Austria desde 1945. Hasta finales de abril, los sondeos indicaban que los ultras podían obtener el 32% de los votos en las legislativas.

Kurz, que en diciembre del 2013 se convirtió con 27 años en el ministro de Asuntos Exteriores más joven de la Unión Europea (UE), fue nombrado presidente de los conservadores el 14 de mayo, después de que Reinhold Mitterlehner, hasta ahora líder del ÖVP y vicecanciller autriaco, dimitiera de ambos cargos en medio de una pugna en el interior del partido.

CARTA BLANCA

Adulado por los tabloides austriacos como el "chico prodigioso", Kurz ha obtenido carta blanca de los dirigentes del partido para diseñar la estrategia electoral, designar a los candidatos y remodelar al ÖVP a su imagen. Kurz ha anunciado su intención de poner en marcha un movimiento político, a semejanza de Macron, con una lista de candidatos donde haya un reparto equilibrado entre mujeres y hombres y que incluya a figuras independientes de la sociedad civil, avaladas por los conservadores. Su plan consiste en captar simpatizantes de otras formaciones para debilitarlas, controlar las decisiones, eliminar las referencias partidistas demasiado marcadas para reforzar la imagen de movimiento global y seducir tanto a votantes de la extrema derecha como de los socialdemócratas. 

Kurz, que abandonó sus estudios de Derecho para proseguir su carrera política, se unió al Partido Popular en 2003, cuando gobernaba en coalición con la extrema derecha. Su popularidad emana de su dinamismo juvenil, de su gestión para detener la ola de refugiados del 2015-2016 y cerrar la ruta balcánica y de sus reiterados llamamientos en la UE a poner fin a las negociaciones de adhesión de Turquía. Kurz también es uno de los más fieles apoyos del primer ministro húngaro, Viktor Orban, contra cuyo régimen autoritario se acaba de pronunciar esta semana el Parlamento Europeo.

El gran reto de Kurz es ampliar la declinante base agraria y rural del Partido Popular con la captación del creciente voto urbano, especialmente en Viena, y desprender al ÖVP de su etiqueta de "Partido de la Iglesia", que es un obstáculo para atraer a los numerosos votantes de origen extranjero (casi el 10% en Viena).

FRAGMENTACIÓN DEL VOTO

Kurz afirma que su objetivo es evitar que la extrema derecha resulte el partido más votado, aunque tiene más puntos de coincidencia que discrepancias con el FPÖ. Además, el tono agresivo del líder ultra, Heinz-Christian Strache, daña sus expectativas. El canciller socialdemócrata, Christian Kern, y Kurz gozan de mucha más popularidad. Pese a ello y a la apuesta de Kurz, la fragmentación del voto hace difícil que conservadores o socialdemócratas puedan gobernar tras las elecciones sin el apoyo de la extrema derecha, a menos que vuelvan a reeditar la gran coalición.

El Partido Popular ya rompió en el 2000 el tabú de gobernar con los ultras, por lo que una coalición entre conservadores y extrema derecha parece la más probable sobre la base de sus coincidencias políticas. Los socialdemócratas también han comenzado a plantearse esa posibilidad. Kern y su equipo están trabajando en un "catálogo de criterios" que debería respetar el FPÖ antes de plantearse la posibilidad de cooperación gubernamental, como una fórmula para reconocer la realidad de su fuerza electoral e intentar al mismo tiempo depurar al partido de sus raíces autoritarias y antidemocráticas.