La caverna de la cucaracha

un dron estadounidense

un dron estadounidense / periodico

ALBERT COMAS

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El último grito en control remoto ya no son los drones inteligentes que sobrevuelan Afganistán, sino las cucarachas teledirigidas. Se trata de un ingenio que permite controlar el movimiento de estos desagradables insectos incluso desde un 'smartphone'. Los responsables la última versión del invento son un equipo de investigadores de la Universidad de Carolina del Norte, que defienden su utilidad en misiones de rescate en derrumbes. No se ha dicho, pero seguro que pronto oiremos hablar también de insectos militarizados. Lo que sí se han apresurado a recalcar es que los animalitos viven en condiciones perfectas. Que podría parecer que están esclavizadas, pero que no, que viven muy ben y son objeto de continuos exámenes neuronales. Que, en definitiva, y pese a vivir en una especie de caverna virtual, viven mejor que la mayoría de humanos.

Caverna virtual, porque, de forma significativa, el invento no controla directamente las patas de la cucaracha, sino que distorsiona su percepción mediante unos electrodos instalados en las antenas y el abdomen. Controlar de forma coordinada todas las patas del animal requeriría una técnica mucho más sofisticada y un control más invasivo de, como mínimo, las funciones motrices. Es suficiente controlar la percepción para que sea ella quien decide moverse tal y como se lo ordena el control remoto. Por ejemplo, para que la cucaracha avance, es suficiente con activar los electrodos del abdomen. Esto provoca una sensación similar a la corriente de aire previa al ataque de un depredador y hace que se mueva hacia delante. De la misma forma, cuando se estimula la antena izquierda, la cucaracha percibe un obstáculo a ese lado, de forma que decide girar a la derecha.

Una técnica simple y eficaz, basada en el control de la percepción, que no entra en contradicción con el derecho a decidir de las cucarachas. Las cucarachas deciden, pero deciden aquello que aquellos que controlan su percepción quieren que decidan. ¿Tiene sentido un 'derecho a decidir' basado en una percepción distorsionada del mundo? La caverna de sombras de la que nos habla Platón tiene incontables dimensiones hoy en día. Salir de ella implica, según Platón, dos proyectos hermanos. Uno, salvar los fenómenos, es decir, aprender el mundo tal y como es, y no tal y como aparenta ser o nos lo hacen ver. El otro: salvar la ciudad, es decir, dotar a la ciudad de una organización política tal que permita a todos y cada uno desarrollar su naturaleza. ¿Conseguirán liberarse las cucarachas?

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