Dos miradas

El 'caso Nutella'

Muchos comen basura porque es lo único que pueden comer y porque comer sano es caro

Caos en un súper de Toulon.

Caos en un súper de Toulon. / periodico

JOSEP MARIA FONALLERAS

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Lo que pasó hace unos días en Francia con la Nutella tiene muchas lecturas. Una es lacerante. La firma Nigel Kendall en 'The Observer': "La patria de la alta cocina y los grandes chefs, el país del 'foie', de las 'baguettes' y de las 246 clases de queso, tiene un secreto escondido: pierde la cabeza por la comida rápida y barata". La segunda es cómica. Qué gracia que hubiera tantos disturbios porque el famoso bote de crema de chocolate costaba 1,41 euros en lugar de los habituales 4,50.

Un 70% de rebaja es mucho, pero visto desde la opulencia o de quien compra cremas elitistas de chocolate (que las hay y que no valen 4,50 euros sino el doble, o más, y que solo se venden en establecimientos de lujo), es una miseria por la que no vale la pena agarrarse del pelo. Qué gracia, ver las imágenes de los enloquecidos por los 950 gramos de Nutella. "Son como animales"", dijo un testigo de los hechos. O qué pena, qué desconsuelo tan hiriente, como en aquella poema de Prévert en que un hombre es capaz de matar por un huevo duro.

La tercera lectura incluye las otras dos. Muchos comen basura porque es lo único que pueden comer y porque comer sano es caro. Una sociedad sin escrúpulos empuja la pobreza hacia la obesidad, que es la enfermedad de quienes luchan cuerpo a cuerpo por una Nutella rebajada. Para evitarlo, educación y justicia deberían ir de la mano. Educación contra el aceite de palma, sí, y justicia para no tener que sucumbir a las falsas golosinas del mercado.