INTANGIBLES

Banqueros intranquilos en tiempos de Trump

JESÚS RIVASÉS

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El poeta satírico americano Frederic Odgen Nash (1902-1971) pensaba que "los banqueros son exactamente igual que las demás personas, solo que más ricos". Por eso están igualmente intranquilos, como tanta gente, en los albores de la era Trump. Los banqueros odian la incertidumbre y eso es lo que trae debajo del flequillo teñido el próximo inquilino de la Casa Blanca. Ha moderado algo sus bravatas desde la victoria, pero es imprevisible. Como tantos banqueros y ejecutivos todopoderosos está acostumbrado a que le obedezcan sin rechistar. La penúltima esperanza es que presidir Estados Unidos no es lo mismo que presidir una empresa, ni se puede dirigir igual.

En España, el BBVA (Francisco González) y Santander (Ana Botín) sufrieron en su cotización bursátil el éxito de Trump. La semana pasada cayeron en bolsa un 8,91 y 3,69% respectivamente. Volverán a subir, pero el primer susto está ahí, sobre todo para el BBVA, que tiene una gran parte de su negocio en México, en donde el peso se desplomó conforme avanzaba el escrutinio electoral americano.

Trump, además, sólo es el penúltimo quebradero de los banqueros, por lo menos de los europeos. Ana Botín, que pide "reinventar la banca" y la ve en un estado de "incertidumbre radical", cree que los bajos tipos de interés sólo son útiles si aumenta la demanda de crédito y ahora eso falta. Los gigantes españoles Santander y BBVA ganan dinero fuera de España -y el BBVA tiene ahora el problema de México- porque en su mercado de origen bastante tienen con capear el temporal. No son los únicos. El banco suizo Post Finance cobrará un 1% a los depósitos de más de un millón de francos suizos (930.000 euros) y la moda puede extenderse.

La intranquilidad no es patrimonio exclusivo de los banqueros en tiempos de Trump. La llegada del magnate a la Casa Blanca puede acelerar la subida de tipos de interés en EEUU, mientras en Europa el BCE prevé más inflación. Otro problema que anuncia subidas del precio del dinero. Algunos banqueros aplaudirán, aunque no es la solución ideal, y además traspasarán su intranquilidad a los endeudados y, entre ellos, a algunos estados. España, lo ha advertido el ministro Guindos, con un billón de euros de deuda, puede tener problemas muy graves y, entonces sí, llegaría un ajuste duro.

Los nubarrones políticos, de repente, ensombrecen el horizonte y ni tan siquiera los banqueros ni los grandes de los negocios, con todo su poder, pero que "son exactamente igual que las demás personas, solo que más ricos", pueden impedir que uno o más populistas -de todos los colores- inauguren una era de incertidumbre, una era que viviremos peligrosamente en todo el mundo. Es cuando el euro aparece como tabla de salvación. Lo esculpió Claudio Magris, al recibir en Madrid, el premio Francisco Cerecedo: "tras la lengua, la moneda es el elemento que más contribuye a hacernos sentir en casa o como desplazados". Por eso el euro es el oscuro objeto de deseo de tantos populistas.