MIRADOR

¿Relación simbiótica o parasitaria?

Las diferencias en el espacio independentista se han convertido en un espectáculo nada edificante

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zentauroepp42485174 pla general de la reuni de la direcci executiva del pdecat180312125421 / ACN / JULIA PÉREZ

Astrid Barrio

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Hace ya algún tiempo que las diferencias en el espacio independentista han dejado de ser un secreto a voces para convertirse en un espectáculo nada edificante para aquellos que creían que bastaba con ganar las elecciones para recuperar el gobierno y la autonomía. Tras las desacuerdos entre las diferentes candidaturas en torno al programa y al candidato a la investidura han empezado a aflorar discrepancias internas entre JxCat y el PDECat.

Estas se han hecho bien explícitas desde que el pasado sábado Carles Puigdemont, en la reunión que mantuvieron diputados y candidatos de JxCat en Vilafranca del Penedès, hizo pública su intención de convertir lo que fuera una candidatura en un movimiento político transversal, una iniciativa que fue inmediatamente secundada por los diputados más cercanos al presidente depuesto quienes el lunes anunciaron su voluntad de constituir una asociación al margen del PDECat.

La respuesta del partido no se hizo esperar y ante lo que percibe como una amenaza y un deseo de anular lo que representa el PDECat, se ha apresurado a recordar que son los propietarios de la marca JxCat y que la reedición de dicha marca en futuras elecciones, que propiamente fue el resultado de una coalición entre CDC y el PDECat, depende de ellos.

Resulta indudable que la relación entre el PDECat y Junts per Catalunya ha sido hasta ahora simbiótica. El PDECat, gracias a la denostada CDC, aportó recursos financieros y en especie para la campaña y una valiosa experiencia organizativa. Por su parte, JxCat sirvió para camuflar unas siglas que cotizaban a la baja, para aportar savia nueva a las candidaturas y para encumbrar el liderazgo de Puigdemont en un momento en que el partido no disponía de ninguna otra figura homologable tras la espantada de Santi Vila.

Gracias a todo ello y a una inteligente campaña articulada en torno a la idea de la restauración del Govern legítimo con Puigdemont al frente, JxCat, contra pronóstico mantuvo su liderazgo en el campo independentista. Desde entonces JxCat ha concentrado sus esfuerzos en la formación de Govern mientras que el PDECat, apartado contra su voluntad de esa tarea se ha centrado en preparación de las elecciones municipales del año que viene abriendo procesos de primarias y designando candidatos y en muchos casos registrando la marca local homologable a JxCat.

Cualquier grupo político, independientemente de si tiene una naturaleza partidista o de movimentista como plantea JxCat precisa de organización, de liderazgo y de proyecto político. El PDECat aporta organización y Puigdemont, quien pese su paso al lado no parece dispuesto a renunciar, aporta liderazgo. Pero para que la relación siga siendo simbiótica y, por tanto, beneficiosa para ambos serían necesarios un proyecto y una estrategia compartidos y no parece ser el caso. El PDECat se inclina por el posibilismo, mientras que JxCat opta por la legitimidad republicana. Posiblemente será el ámbito local el que decantará la balanza. La incógnita es si llegado el caso se mantendrá la unidad y se convertirá en una relación parasitaria.