MIRADOR

O creyentes o filósofos

Anna Pagès y Begoña Roman, en una charla en Barcelona en el 2016

Anna Pagès y Begoña Roman, en una charla en Barcelona en el 2016 / periodico

Xavier Bru de Sala

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¿Cómo andamos de filósofos? Una novedad reúne a nueve en plena madurez intelectual. Radiografía imprescindible, a pesar del hándicap de partida, obligado por imaginarias conveniencias de mercado. No se fíen de quien no comparte el principio de que la filosofía es primero para el filósofo y luego para los filósofos, como la poesía es para los poetas y la música para los músicos.

Así como la misión de la poesía, según Paul Valéry, consiste en dar un sentido más puro a las palabras de la tribu, ampliar y delimitar los contornos y perfeccionar sus resonancias, la filosofía se encarga, como constata Nietzsche, de transitar de la pre intuición a la verbalización lógico-racional. O eso o traicionar.

No se fíen de quien no comparte el principio de que la filosofía es primero para el filósofo y luego para los filósofos, como la poesía es para los poetas y la música para los músicos

Del volumen 'Filosofar' (EDLibros) sobresalen dos autoras que no renuncian a la abstracción especulativa ni ceden a la tentación de dirigirse a los gentiles. Anna Pagès, que especula a gran altura sobre la angustia del olvido y la potencia creadora del post-olvido. Y Mercè Rius, que presenta una espléndida lección de sobre feminidad y materia. Brilla a su lado la indagación sobre la fraternidad de Joan Vergés, no tan modesta como parece.

Ninguna de las otras seis colaboraciones desmerece el oficio. Ni Ferran Sáez, que abre el volumen con un ensayo -nada filosófico- sobre la naturaleza hamletiana (ser o no ser) de la cultura catalana, ni su compañero de viaje intelectual profesionalmente descreído, Gregorio LuriFrancesc Torralba, que insiste en su idea de filosofía homeopática al alcance de todo el mundo, revela una verdad que se demuestra una vez más: hasta el más burro, si se entrena, puede ser filósofo (o poeta, o atleta, aunque no precisamente olímpico). En el grupo de los aún creyentes le acompañan Xavier Antich, que trata de transmitir la inefable alegría de la esperanza en el futuro, y Begoña Román, que respalda la utilidad de los comités de ética. Ángel Castiñeira eleva el libro con un muy sentido cántico a la identidad colectiva.