Pequeño observatorio

Mi café no aspiraba a la fama

Hubo un tiempo en que después de la cena salía de casa e iba a un café cercano, discreto, para dedicarme a escribir

Una mujer prueba el dispensador de libros en el Café Zoetrope de San Francisco, propiedad de Coppola.

Una mujer prueba el dispensador de libros en el Café Zoetrope de San Francisco, propiedad de Coppola. / periodico

Josep Maria Espinàs

Josep Maria Espinàs

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Un día descubrí que un amigo, en determinados momentos, se encerraba en una habitación y protestaba si entraba alguien. Todo hacía suponer que estaba trabajando en uno de sus proyectos, y no quería ser molestado. Sobre la mesa tenía una novela policíaca.

Lo he pensado hoy, recordando aquellos tiempos, ya lejanos, en que después de la cena, yo salía de casa e iba a un café cercano para dedicarme a escribir. No hacía trampa a la familia. Había niños en casa y yo necesitaba silencio. Para encontrar las palabras que quería.

Hay gente que necesita aislamiento cuando tiene que trabajar, sobre todo mentalmente. El ruido, y sobre todo las voces que se alzan cerca de quien trabaja suelen estorbar. Lo

he recordado, hoy, reviviendo aquellos tiempos muy lejanos, en que muchos días salía de casa después de cenar para ir a un café que había cerca.

En aquel tiempo que estaba escribiendo una novela, me llevaba papeles en blanco al café y un par de bolígrafos. El café tenía un pequeño altillo, yo subía dispuesto a aislarme para escribir. No me rodeaba nadie, nadie hablaba a mi lado. Abajo solía haber cuatro o cinco personas, que tomaban un café o un coñac, y alguna pareja nada interesada por el solitario del altillo.

Y yo escribía, sí, porque los rumores nunca me han distraído. Si hubiera entendido lo que decían aquellos clientes seguro que me habría sido imposible escribir. Pero sus palabras eran bastante lejanas para ayudarme a mantenerme despierto. Lo que no sé es qué pensaba el dueño del café de aquel desconocido que comparecía cada noche y se ponía a escribir en el altillo.

No era un café importante, un café famoso, como el café de las Set Portes, el café Suizo, el Continental y otros de Barcelona, como el café del Liceu o el de la Maison Doré. Era un café sin pretensiones. Lo que yo escribía en mi café es natural que tampoco las tuviera.