La crisis migratoria
Pájaros sin patas
La realidad es que cada día que pasa en el Mediterráneo hay más barcos sin puerto de destino, dando vueltas como si estuvieran en tierra de nadie -o en mar de nadie-
Jordi Puntí
Escritor. Autor de 'Confeti' y 'Todo Messi. Ejercicios de estilo'.
Jordi Puntí
Oigo estos días los comentarios xenófobos del nuevo ministro de Interior italiano, Matteo Salvini, y la pregunta se me impone con un regusto de péplum en un cine al aire libre: ¿Quo vadis, Italia? ¿Qué fue de aquel país despierto, sentimental y luchador? ¿Y los viejos resistentes?, me pregunto. Me acerco a un quiosco de las Ramblas y, tras abrirme paso entre las montañas de suvenirs, me hago con el diario 'La Repubblica'. Vamos a ver, lectura en papel. En las primeras páginas, leo que las elecciones municipales del pasado domingo confirman la deriva populista: ciudades como Siena, Pisa o Imola, históricamente en manos de la izquierda italiana, se han dejado seducir por la palabrería grosera de la Liga Norte.
Una páginas más adelante, una imagen que podría salir en 'La gran belleza', la película de Paolo Sorrentino. Un grupo de señoras hacen aeróbic en el agua, en la playa de Pozzallo, en Sicilia. Detrás suyo, recortándose en el horizonte, el barco mercantil donde 113 inmigrantes esperan que algún país europeo les permita desembarcar. Viajan sin servicios sanitarios, dice la información, y las condiciones higiénicas empeoran por momentos. Entretanto, en una cumbre con aires de fracaso, Europa quiere decidir cuál es el futuro de los refugiados, y haga lo que haga ya habrá bajado un peldaño en la dignidad humana: o bien crea centros de internamiento en el norte de África, tal como pide el Gobierno italiano, o bien los pone en territorios europeos fronterizos como España y Francia (como si aquí nadie tuviera la experiencia de los CIES).
La realidad es que cada día que pasa en el Mediterráneo hay más barcos sin puerto de destino, dando vueltas como si estuvieran en tierra de nadie -o en mar de nadie-. La situación me hace pensar en el cineasta Burhan Qurban, de origen afgano y que vive en Alemania. Hablando de lo difícil que es que le consideren alemán, recordaba unas palabras de su abuelo: “Tú eres como un pájaro sin patas. Puedes volar, pero no puedes pararte en ningún sitio, y nunca te sentirás en casa en ninguna parte”.
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