El conflicto catalán

Impunidad españolista

Los autores ya estarían en la Audiencia Nacional si la motivación de los hechos hubiera sido la contraria a lo sucedido en la plaza de Vic o en la agresión al periodista Jordi Borràs

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Andreu Pujol Mas

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Un individuo coge su coche y entra a toda velocidad en la principal plaza de una ciudad catalana. Familias enteras están allí paseando y pandillas de amigos están charlando risueñas, con aire despreocupado, en las terrazas de los bares. Se oye un grito que reza “¡Alá es grande!” y el fanático pisa el acelerador hasta el fondo, arrasando todo lo que se encuentra por delante.

Su objetivo son unas cruces plantificadas en la plaza con motivo de una celebración cristiana. En medio del recorrido que el desequilibrado ha escogido hay un arenal en el que suelen jugar los chiquillos. Hoy no hay nadie, afortunadamente, porque el sol pega fuerte. Finalmente la policía consigue identificar el autor de los hechos. Es un lobo solitario que se ha radicalizado en las redes sociales, observando vídeos con todo lujo de detalles de las acciones contundentes de otros compañeros, que se muestran siempre con el rostro tapado para no ser reconocidos.

Un mosso independentista sale de la comisaría donde ha estado trabajando todo el día. Al pasar por una calle de la parte alta de Barcelona reconoce a un periodista saliendo de una conferencia en el Círculo Ecuestre. Le ha visto en las tertulias de televisión defendiendo la unidad de España y sabe que escribe en 'La Razón'. El agente no se puede contener y empieza a pegarle puñetazos hasta romperle la nariz. Una vez en el suelo, le rompe las costillas a patadas al grito de “Visca Catalunya!”. Un montón de transeúntes, al ver la situación, se enfrentan al policía y este, al verse acorralado, enseña su placa y echa a correr con cara de susto.

Hechos como estos han pasado en Catalunya estos últimos días. El primer caso ha sido en Vic, con un militante españolista enloquecido al volante de un Citroën. El segundo caso, con un policía nacional zurrando al periodista Jordi Borràs al grito de “¡Viva España!”. Si la motivación de los hechos hubiera sido la que hemos relatado saben que los autores ya estarían en la Audiencia Nacional.