Ante todo mucha calma

Siguen faltando gobernantes dispuestos a hacer política porque ahora es el momento de ofrecer soluciones y liderarlas con compromiso y convicción

Sánchez y Rajoy, este jueves en el palacio de la Moncloa.

Sánchez y Rajoy, este jueves en el palacio de la Moncloa. / periodico

ANTÓN LOSADA

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Sobran comparecencias a lo 'drama queen' como la protagonizada por la vicepresidenta del gobierno, Soraya Sáenz de Santamaría, dando por muerta –otra vez- la democracia en Catalunya, sobran comandas de jefe de obra como las ordenadas por la presidenta del Parlament, Carme Forcadell; siguen faltando gobernantes dispuestos a hacer política. Conviene aplicar el sabio consejo de Siniestro Total, ante todo mucha calma, capear el temporal y hacer el balance de los daños.

No es, ni será, la primera vez que en la política española o catalana una mayoría retuerce el reglamento e intenta colar una ley, o una reforma constitucional, por la puerta de atrás. Tampoco es la primera vez que la mayoría pasa por encima de la minoría forzando las reglas y desoyendo a funcionarios y Consejos. El filibusterismo parlamentario ni nació ni se inventó esta semana en Catalunya. Menos drama y más política. Si quieren buscar amenazas graves, pregúntense en qué democracia avanzada el Tribunal Constitucional se ve compelido a buscar responsables penales.

La mayoría independentista ha consumado un error estratégico que acabará pagando. Incapaz de ganar con la debida claridad el debate de la legitimidad, tras intentarlo hasta en tres elecciones, se ha lanzado a una batalla por la legalidad donde simplemente no puede vencer. Tras forzar todos los procedimientos y cansarse de jugar al gato y al ratón con el censo o las urnas, el final será una prohibición legal que no puede obligar a saltarse a ciudadanos o a funcionarios. ¿Qué piensa hacer el Govern con los ciudadanos que no vayan a las mesas o los funcionarios que no se consideren desconectados? ¿Mandarles a los Mossos?

Hacia una derrota legal

Si se trata de acreditar que se ha intentado todo para celebrar el referéndum pero el Gobierno lo ha impedido, podrían haber obtenido idéntico resultado haciendo lo que prometieron: un proceso limpio, transparente y abierto, no lo contrario. El independentismo se encamina hacia una derrota legal y la asunción un alto coste en legitimidad, dentro y fuera de Catalunya. Lejos de sentarse más fuertes a una hipotética mesa de negociación, puede que lo hagan más débiles.

El mismo Partido Popular que no ha consultado ni consensuado con nadie su estrategia para Catalunya, que incluso la ha utilizado para acosar a sus rivales, empezando por Pedro Sánchez, invoca ahora la razón de Estado y reclama a las restantes fuerzas que le ayuden a recoger el estropicio que ha causado. Lo asombroso no es que lo exija, lo pasmoso es que lo consiga.

Mientras el PP siga decidiendo en solitario por puro interés partidista y mientras las demás fuerzas políticas no sepan liberarse de su campo de fuerza, ni el Gobierno ni el Estado tendrán otra estrategia para Catalunya más allá de los tribunales. No pueden esperar a que el 1-O se certifiquen las profecías autocumplidas de quienes solo perciben beneficios en el enfrentamiento. Ahora es el momento de ofrecer soluciones y liderarlas con compromiso y convicción.