Gente corriente

Carmen Rojo: "Vestir actores porno ha sido un reto estimulante"

Carmen Rojo Diseñadora de vestuario. Después de más de 30 años trabajando en publicidad ha hecho una breve incursión en el cine de adultos.

«Vestir actores porno ha sido un reto estimulante»_MEDIA_2

«Vestir actores porno ha sido un reto estimulante»_MEDIA_2

Mauricio Bernal

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–¿Esto? Pues un bozal de perlas y metacrilato con una diadema y un tocado en la cabeza a juego.

–¿Un qué?

–Eso, un...

El artilugio, o complemento, descansa en lo más alto de una estantería llena de libros en el apartamento de Carmen Rojo; en la cabeza decapitada de un maniquí. Pero también está en la portada de Dog world 2, The Resolution, la segunda película de Roberto Valtueña: sobre un fondo apocalíptico (el mundo se ha acabado), en primer plano, una mujer con los pechos al aire y un vestido de novia desarreglado. Y en el rostro, eso: un bozal de perlas y metacrilato con una diadema y un tocado en la cabeza a juego. Cien por cien fetiche.

–Este es un oficio muy inestable, como todo el mundo sabe. Hay siempre unas temporadas de mucho trabajo y otras en las que apenas sale nada. Pues fue en una de esas épocas cuando conocí a Roberto. Fue a través de un amigo director, al que un día le pregunté si tenía algún proyecto en marcha. Me dijo que él no, pero que tenía un amigo que sí... un loco, me dijo... Yo nunca había hecho nada en el cine porno, pero me lo tomé con naturalidad. Para mí era un mundo nuevo, y una oportunidad de aprender nuevas cosas.

–Y de hacer nuevas cosas.

–Desde luego. Eso por delante. Antes de tomar la decisión vi el primer corto de Roberto, La mujer del espejo, que había sido hecho con cero medios, con cero recursos, y ahí descubrí que podía convertir cualquier cosa en una maravilla. Eso fue lo que me decidió. Durante 30 años me había dedicado a hacer vestuario para publicidad, primero para fotografía y luego para televisión, y de repente empecé a vestir actores porno. Me pareció estimulante. Y divertido.

–Un mundo aparte, supongo.

–Trabajar con Roberto, al margen del porno, que no me interesa especialmente, te da cantidad de alas. Es eso, estimulante, divertido. He hecho cantidad de cosas en caucho, he ido a buscar cámaras de neumático al cementerio de coches... En publicidad no hay tanta fantasía. Sí, fantasía, yo creo que esa es la palabra. Todo un balón de oxígeno cuando llevas varios meses haciendo publicidad... amas de casa, yuppies, familias felices. Y encima es un mundo distinto, un mundo al que de alguna manera te tienes que acoplar...

–¿Qué quiere decir? ¿Es difícil?

–Quiero decir, por ejemplo... las actrices. Las actrices en este mundo son mujeres que llevan una vida complicada, bastante desordenada. Un día, por ejemplo, me acuerdo... un día llegó una al rodaje con el brazo enyesado. Pero eso es lo bueno de Roberto, que donde otro ve un desastre él ve una oportunidad. Y me acuerdo que dijo: «¡Perfecto! ¡Carmen! ¿Te acuerdas de lo que habíamos pensado?» Y lo que habíamos pensado, lo que acabamos haciendo, mejor dicho, fue convertir el brazo en una garra. Una pezuña. Cogí un guante largo de imitación de piel de astracán, le corté los dedos y le añadí unos cuernos. Solucionamos lo del yeso y ella quedó perfecta para la peli.

–¿Se le ocurre a usted sola?

–Qué va, siempre hay gente que te inspira. Para Dog World, por ejemplo, fueron las ilustraciones de Luis Royo y las fotos de Robert Chouraqui.

–Pero usted dice que esto es algo pasajero, ¿no? Una incursión.

–Sí, pasajero. Lo mío es más la publicidad. Vestuario y publicidad.

–¿Y cómo acaba alguien haciendo vestuario para publicidad?

–Pues mira, de pequeña dibujaba mucho, y sabía que acabaría haciendo algo relacionado con lo artístico. Estudié diseño, me metí en publicidad, diseñé vestuario para publicidad... la verdad es que he trabajado con cantidad de fotógrafos.

–Treinta años. Con los cambios que ha habido...

–Lo de la foto publicitaria empecé a hacerlo en el 82, más o menos. Estaba bien porque venía gente guapísima, traían a unos modelos de Alemania, por ejemplo, hombres y mujeres que tenías casi que tocarlos para comprobar que eran de verdad. Luego vino la moda de lo natural, lo casual, la gente era menos guapa porque la publicidad tenía que ser creíble. Y así seguimos: la gente es cada vez más escéptica, y la publicidad se esfuerza por apegarse a la realidad.

–Pero tiene a Valtueña. La fantasía.

–Mira, en el fondo lo que a mí me motivan son los personajes. Un hombre con un pantalón negro y una camisa blanca puede ser muchas cosas, pero ponle a ese hombre una cadena gruesa de oro y ya tienes un registro. Las pelis de Roberto... mira, este guión, un guión de 268 páginas. ¡De una peli porno! Aquí hay personajes, gente con carácter, a la que hay que vestir de una forma determinada. Y eso me gusta mucho.