OTROS ESCENARIOS POSIBLES

Vallcarca en fiesta, Vallcarca en guerra

La fiesta mayor alternativa y libertaria del barrio barcelonés visibilizó sus luchas contra la especulación urbanística

El grupo Rush Hour, en el escenario de la calle Uri Caballero.

El grupo Rush Hour, en el escenario de la calle Uri Caballero. / periodico

NANDO CRUZ / BARCELONA

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Hay dos modos de celebrar una fiesta mayor: programar actos para que el vecindario olvide los malos ratos del año o hacer de estos actos un espacio donde exponer y compartir preocupaciones para encarar el nuevo año con fuerzas renovadas. En Vallcarca les gusta mucho la fiesta, pero saben que están en un momento crucial, peleando por salvar su barrio de un proceso de transformación urbanística que lo desfiguraría por completo. Por eso las fiestas alternativas del fin de semana fueron un escaparate de sus luchas.

Según por dónde pasees, Vallcarca parece el Bronx de los años 70. Es un barrio carcomido por solares y edificios viejos que se debaten entre el abandono y la rehabilitación colectiva. Un escarabajo gigante con la cara del constructor y expresidente del Barça Josep Lluís Núñez trepa por una pared. Es el grafiti estrella del mes. Pero no es el único. En el muro que sirve de fondo al escenario de las Festes Llibertàries de Vallcarca hay otro en recuerdo de los 43 estudiantes mexicanos desaparecidos en Ayotzinapa.

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Estamos en la plaza Uri Caballero. En el barrio la llaman 'la petanca' porque hay dos pistas para practicar este deporte. Aun así, una placa reivindica a este 'patriota de Vallcarca' fallecido en el 2013 que también fue guitarrista de Els Surfing Sirles. En el escenario, de un palmo de altura, actúa el joven trío de Sant Feliu de Guíxols Please Wait. Mientras berrean su angustia post-hardcore, una lona gigante expone tres lemas: 'Vallcarca Resisteix', 'Construïm Vallcarca' e 'Impulsem el Pla Popular'. Quien busque información sobre ese plan encontrará trípticos y mapas junto a la barra.

LA PETANCA Y LA FARIGOLA

Unos metros arriba, pasado el huerto comunitario autogestionado por los vecinos, está la plaza Farigola. El muro de una casa medio derruida aguanta en pie solo para sostener una enorme pintada en recuerdo, también, de Caballero. Aquí el escenario tiene un metro de altura. Otro trío, bastante más curtido, versiona grupos setenteros. Los perros se persiguen con locura mientras la banda toca 'Paranoid', de Black Sabbath. Una familia que vive en una planta baja saca las sillas a la calle. Un turista con impecable camisa blanca intenta conversar con dos chicas locales. Todo le parece 'amazing'.

La estigmatización mediática intenta hacer imaginar que este tipo de fiestas son un vivero de gente peligrosa, pero nada más lejos de la realidad. Entre el público hay vecinos del barrio, latinos y asiáticos. Y, sobre todo, chicas adolescentes que no se sienten intimidadas en una fiesta de barrio en la que te sirve cerveza un camarero con rastas y se vende literatura política. En cada plaza hay carteles. Unos reclaman un instituto para el barrio. Otros anuncian grupos de crianza compartida. La mayoría denuncian la violencia machista y dan consejos en caso de agresión. "'Si no saps què fer dirigeix-te a la barra'", reza uno. Aquí, camareros y camareras velan por tu seguridad.

LES CRUET

De vuelta a 'la petanca', el grupo Rush Hour moderniza el repertorio de 'hits' de verbena con clásicos del siglo XXI: de Daft Punk, Maroon 5... Pero aún falta lo mejor: Les Cruet. Laura Crehuet sintetiza en su voz áspera amarga, vitalista y a tumba abierta, el sentido mismo de las luchas. "'Si li espantés el futur, no ho faria. Per tant, no el tem. Caminant descalç, xiulant, creuant la ciutat. Amb el cap ben alt, sense fre o fent-ho veure'", berrea en 'Creure'. Y ahora mismo nadie en Catalunya berrea con tanta convicción como ella.

"Es un placer tocar en la plaza de nuestro amado Uri", confiesa la cantante. "Estamos tocando con su amplificador. Nunca lo acabó de pagar y nos lo quedamos". Ha salido a escena con zapatillas de andar por casa, pero su cancionero desesperado y esperanzador estremece los pilares del puente de Vallcarca y refuerza la intención del cartel de estas fiestas libertarias. En él, Moisés amenaza a Núñez con arrearle en la cabeza con las tablas de los diez mandamientos; de hecho, son las tablas del Pla Popular. La frase del cartel reza: "'La lluita per un barri que es convertí en llegenda bíblica'". Otras fiestas mayores son posibles.