Cosas que no pasarán

EL LIBRO DE LA SEMANA Una dolorida y a la vez refrenada manifestación de duelo y desconcierto tras la muerte de la madre

DOMINGO RÓDENAS DE MOYA

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Hay varias maneras de leer mal este libro, pero ni siquiera a quienes lo lean mal les pasará desapercibida la potencia narrativa de su arranque, la inesperada garra que apresa al lector durante medio centenar de páginas. Si ese lector se ha acercado a También esto pasará engañado por el señuelo publicitario que la emparenta con El diario de Bridget Jones (primera mala lectura) se llevará un merecido chasco, y es que aquí no va a encontrar motivos de risa sino más bien lo contrario. Las neurosis que comparten la Blanca de Milena Busquets y la Bridget de Helen Fielding son una condición casi ineluctable en la vida urbana actual, pero son tan distintas entre sí como pueden serlo respecto a la que explota con humor Lena Dunham en la teleserie Girls.

Me temo que también marrará el tiro quien crea que el libro es un precipitado del blog de la autora (segunda mala lectura), porque Milena Busquets distingue bien entre su desenfadado registro de bloguera y la convincente voz con tintes dramáticos que ha logrado definir aquí.

Esta novela apenas enmascara su vigorosa raíz autobiográfica porque desde el comienzo se presenta como una dolorida y a la vez refrenada manifestación de duelo y desconcierto tras la muerte de la madre de Blanca. No se llama Esther Tusquets, pero es exactamente igual que la escritora y editora que falleció hace dos años, y su ausencia funciona como un potente eje que hace girar todo el mundo de la novela. Un mundo que queda circunscrito a un espacio cargado de significación, Cadaqués, recodo geográfico y cronológico (remite a los veraneos felices presididos por la madre) al que Blanca se retira tras el entierro rodeada de casi todo su equipaje vital: sus dos hijos, sus dos exmaridos, sus dos mejores amigas y, por azar, hasta su amante casado, aunque el volumen mayor de ese bagaje lo ocupe el vacío vertiginoso abierto por la muerte.

Escribir el duelo

No es nada fácil armar un libro sobre el propio duelo si no se pone distancia mediante estrategias literarias: a Claudio Magris le sirvió el mito (Así que usted comprenderá), a Julian Barnes la narración analógica (Niveles de vida), a Marcos Giralt Torrente la confidencia metaliteraria (Tiempo de vida). Sin la distancia protectora de esos artificios la tarea de decir la ausencia sin patetismo se vuelve imposible. El método elegido por Milena Busquets resulta sencillo y eficaz: escribir una carta póstuma sin abusar del tú y regulando con sobriedad y crudeza el empuje a veces salvaje de las emociones.

Y ahí radica el secreto de este libro breve y de secreta intensidad: en la construcción de una conciencia súbitamente expulsada del paraíso, la de Blanca, que parece reparar de pronto en que ha cumplido 40 años sintiéndose aún la adolescente que ya no es. El sexo puede ser para ella un refugio real y no una evasión ilusoria pero sabe que es fugaz y que después aguarda la alambrada de inseguridades y fracasos cotidianos. Busquets desarrolla el motivo de la joven inmadura a la que un cataclismo despierta de su inconsciencia para descubrirle lo inhóspito del mundo y cuál es el significado de la soledad. Su Blanca es una mujer auténtica que ha perdido el mapa de su propia vida y aún no sabe, mientras lo busca, que nunca lo tuvo. Quien sí lo sabe es Milena Busquets, como demuestra el tramo final de esta confesión, quiero decir de esta novela.

TAMBIÉN ESTO PASARÁ TAMBÉ AIXÒ PASSARÀ Milena Busquets Trad. al catalán: Lurdes Serramià. Anagrama / Amsterdam. 176 / 168 págs. 16,90 €