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El jazz de Chico y Rita

JORDI Puntí

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Llega el fin de semana de los Oscar y ya se han estrenado casi todos los filmes que estarán en danza. De las 10 nominadas a mejor película, solo faltaToy Story 3, una de dibujos animados. Pero la cartelera es caprichosa y apuesto a que en los próximos días muchos van a pagar la entrada para ver otra de dibujos que no sale en las listas:Chico & Rita, el prodigio musical y visual que han dirigidoFernando TruebayMariscal.La fusión de dos talentos no siempre es garantía de un buen resultado, pero en este caso la química ha funcionado. Yo sospecho que el éxito proviene del carácter generoso deTruebayMariscal-no son dos egos maníacos-, de su capacidad para trabajar en equipo y apasionarse, pero también de un tercer factor armónico: la música deBebo Valdés.

Los dos artistas han señalado a la prensa queChico & Ritaes «un sueño, una fantasía». Este carácter soñador y casi ingenuo, de quien hace la película que le gustaría ver, se palpa en cada escena. Los buenos ilustradores adaptan el mundo a su mirada: así, la Habana y el Nueva York de los años 40 se convierten en dos ciudades del atlas deMariscal.Partiendo del guión deIgnacio Martínez de Pisón, Truebales da a esas imágenes el punto justo de nostalgia, de mitomanía, de intriga necesariamente tópica. Por eso un montón de detalles se agolpan en la memoria: las escenas íntimas de Chico y Rita, las persecuciones en coche, la muerte deChano Pozo,el paisaje nevado de Central Park, la voz dibujada deEstrella Morente,los anuncios luminosos de cines, teatros, y salas de jazz...

A menudo una película se resume en el rostro de los espectadores al salir del cine. Si van a verChico & Rita, salgan de los primeros cuando termine el filme, quédense en la calle y fíjense en la sonrisa feliz con que la gente retorna a la vida real. Esta película te pone de buen humor. Yo tuve la suerte de verla hace un par de meses en Nueva York, durante un festival de cine español. A la salida,TruebayMariscalsaludaban a sus amigos. Me quedé con la cara de fascinación deDavid Byrne,la alegría diáfana dePaquito D'Riveray los ojitos maravillados, como un niño, de ese mito cinematográfico que esEli Wallacha sus 96 años. Apuesto a queBebo Valdés,que cuenta ya 92, vioChico & Ritacon esa misma mirada eterna.