73ª EDICIÓN DE LA MOSTRA

'Jackie' frente al espejo

venecia  Pablo Larrain  y  Natalie Portman

venecia Pablo Larrain y Natalie Portman / periodico

NANDO SALVÀ / VENECIA

Por qué confiar en El PeriódicoPor qué confiar en El Periódico Por qué confiar en El Periódico

Si el chileno Pablo Larraín se ha convertido en uno de los grandes cineastas de nuestro tiempo es sobre todo por la capacidad que, a través de títulos como 'Tony Manero' (2008) y 'Post-Mortem' (2010) -sobre la dictadura de Pinochet- o 'El club' (2015) -sobre la corrupción moral en el seno de la Iglesia-, ha mostrado para exponernos a verdades sobre el ser humano que no necesariamente querríamos conocer. Sus películas  tienden a ser incómodas y perturbadoras, y por eso sorprende que esos dos atributos sean algo de lo que 'Jackie', el retrato de Jacqueline Kennedy que ha presentado a concurso en Venecia, carece por completo.

O quizá no sorprenda tanto, si tenemos en cuenta que la película no parte de una idea propia sino de un encargo: en un principio, el encargado de dirigirla iba a ser Darren Aronofsky, que finalmente figura en los créditos en calidad de productor. En todo caso, por otra parte, sobre el papel Larraín parece el director idóneo para recrear los efectos de un magnicidio (eso es lo que 'Post-Mortem' hacía con los del de Salvador Allende) y al mismo tiempo darle un soplo de aire fresco a un género a menudo maltratado como el 'biopic', como logró recientemente en 'Neruda' (2016).  "'Jackie' no es un 'biopic' sino una colección de momentos, sigue una lógica emocional más que cronológica", explica el chileno. Y, en ese sentido, nada que objetarle.

APARIENCIAS Y FACHADAS

Lo que pasa es que en su película previa no le tembló el pulso a la hora de empujar al poeta Pablo Neruda a zonas realmente oscuras y en esta, que imagina cómo fueron para la Primera Dama los momentos inmediatamente posteriores a la muerte de su marido, todo es tan convencional y aséptico como el interiorismo de la Casa Blanca; todos los lloros son calculados y las emociones están higiénicamente empaquetadas; todo está tan bien puesto y bien planchado como el peinado y el vestido de Natalie Portman, cuyo trabajo promete darle el tipo de alegrías que se guardan en una vitrina (de hecho, la película entera parece concebida a modo de escaparate para lucirlo), a pesar de ser menos una gran interpretación que una concienzuda emulación.

Cierto que el mundo que, precisamente, el mundo que recrea Jackie era todo apariencias y fachadas pero, ¿qué sentido tiene confiar la tarea de recrear ese mundo a Larraín si no es para que haga lo que mejor se le da, que es abrir grietas y hurgar en lo prohibido? ¿Y qué sentido tiene acercarse a la figura de Jacqueline Kennedy sin cuestionarla, ni matizarla, ni enriquecerla, ni usarla para inspirar una reflexión acerca del dolor y el luto o sobre la tensión entre la imagen pública de nuestros iconos y la privada que no haya sido formulada ya cientos de veces?

EL UNIVERSO EN HORA Y MEDIA

Parece ser que Terrence Malick ha estado trabajando durante décadas en el documental 'Voyage of Time', presentado también a concurso, y de forma casi inevitable los pensamientos e ideas sobre los que se asienta han influenciado la dirección que su cine ha tomado en los últimos años. Es una forma más o menos amable de decir que la nueva película es exactamente lo que uno espera que sea: imaginería sublime, reflexiones seudoespirituales y una solemne voz en 'off' acompañada de música clásica que lanza preguntas sin respuesta a un poder superior.

Más concretamente 'Voyage of Time' vendría a ser una extensión del prólogo de 'El árbol de la vida' (2011). Con la excusa de investigar la naturaleza del universo y el tiempo, encadena espectaculares imágenes de nebulosas que se expanden y volcanes y espermatozoides y calamares y otros monstruos marinos y, cómo no, dinosaurios, que nos dicen lo que ya sabemos: que el planeta fue creado y luego llegó el hombre y se ha dedicado durante siete millones de años a fastidiarlo todo. La narración de Cate Blanchett es tan cálida que uno se quedaría a vivir en ella, pero hay una cantidad limitada de palabrería con ínfulas que uno es capaz de escucharle antes de empezar a perder la paciencia.

{"zeta-legacy-despiece-horizontal":{"title":"El Holocausto reconvertido en 'selfie'","text":"Por otra parte,\u00a0'The journey'\u00a0se acerca al proceso de paz en Irlanda del Norte imaginando c\u00f3mo fueron las conversaciones que mantuvieron el l\u00edder protestante\u00a0Ian Paisley\u00a0y el negociador por el Sinn F\u00e9in y antiguo miembro del IRA\u00a0Martin McGuinness. Es una premisa prometedora que el director\u00a0Nick Hamm\u00a0desaprovecha\u00a0de forma clamorosa convirtiendo a sus personajes en expendedores de frases propias de la Wikipedia, someti\u00e9ndoles a situaciones improbables e il\u00f3gicas y, en el caso concreto de Paisley (interpretado por un\u00a0Timothy Spall\u00a0en modo exceso), echando mano de la caricatura."}}