El hombre-orquesta iluminado

El folk hipnótico y psicotrópico de Esperit! recala esta noche en la Sala Beckett, dentro del ciclo 'Els dimarts em sentiràs'

NÚRIA MARTORELL / Barcelona

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En acción, es ver para creer. Mau Boada (Sant Celoni, 1981) es un nómada con el zurrón siempre cargado de ideas e instrumentos. La intuición y sus impulsos creativos son sus infalibles brújulas. Para el acústico de EL PERIÓDICO decide rescatar un tema que apenas toca, 'Dollar Bill'. "Una letra que me salió una noche en casa, solo. Y que he querido recuperar porque tiene una conexión con lo que pasa en el mundo, con el dinero moviendo las decisiones que se toman a todos los niveles. La canción habla de esto, aunque no habla de nada", ríe el músico y cantautor, que en solitario responde al nombre de Esperit! Esta noche actúa en la Sala Beckett, dentro del ciclo 'Els dimarts em sentiràs'.

"Este tipo de conciertos en teatros los percibo como algo muy íntimo. Me ofrecen una oportunidad muy buena a la hora de expresarme. Podré hacer las cosas más silenciosas, más sutiles -explica-. De hecho, empecé con la guitarra española, pero me dediqué a añadir batería, guitarra eléctrica..., a utilizar el poder del volumen y del sonido que me ayudaban a poner a la gente a bailar, y dejé de lado esta otra versión de mí, sin que me dejara de gustar, ¿eh?".

A nivel de repertorio, adelanta que presentará "cosas nuevas" que ha "estado experimentando". Boada acostumbra a recurrir a la espontaneidad. "Muchas veces lo preparo sobre la marcha o muy poco antes. Y si me apetece, en la Beckett probaré algunas construcciones de sonido que en directo todavía no he hecho. No tienen ni nombre ni apellido, son capas, pruebas, sonidos, ritmos grabados en una casete..."

En la escena 'underground' de Nueva York

Su hoja promocional le describe como "un hombre orquesta con canciones de cuna alucinógenas, folk triposo, sonidos telúricos, ruidos y escapadas al circo [de hecho estuvo cinco años enrolado en dos compañías circenses]". "Bueno, yo solo intento ser lo más puro que puedo, pero la reacción que provoco no la puedo ni quiero calcular. Pero qué pasada de elogio, ¿no?"

A sus 31 años, Boada lleva mucho, muchísimo recorrido. Con solo 11 años montó un grupo (con Joan Colomo, por cierto). A los 13 grabó su primera maqueta. "Y ahí sigo, buscando", suspira. Ha dejado su reconocible sello en más de una veintena de discos. Ha paseado su desprejuiciado e hipnótico proyecto por escenarios como el Sónar y el Optimus del Primavera Sound. Y con 20 años se fue de gira por Norteamérica. ¿Contactamos con un sello discográfico y fuimos a Los Ángeles a grabar un sencillo. Fue una experiencia que me giró la cabeza. Salir de casa, cruzar el océano, descubrir mundo. Cuando grabamos vino el propietario de la discográfica, le gustó y dijo: quiero montaros una gira aquí. Algo que ni en sueños, vaya".

Grabaciones en la recámara

Después de descolocar al personal con 'Endavant continu' (Bankrobber 2011), un experimento electroacústico con 17 piezas que incluyen desde cánticos tribales hasta repetitivos loops, volvió a la carga con 'Elèctric mustela', presentándolo en una edición limitada de 50 camisetas con descarga digital del disco (también disponible en iTunes y Spotify). Ahora Boada amenaza con más sorprendente material en la recámara. "Yo sigo recopilando material, grabando... Cuento con un gran stock: cajones llenos de cintas, bobinas, archivos en el ordenador. Así que me gustaría sacar un doble o triple trabajo: canciones de ritmos, canciones del mundo, canciones con ukelele. Hay muchas opciones. Y, como siempre, acabaré haciéndole caso a mi instinto¿, advierte el componente de Les Aus.

Por cierto, este otro grupo que montó con Arnau Sala se encuentra, dice, en periodo de hibernación. "Me lo imagino como un huevo que ya se está moviendo por dentro. Que está vivo. Tenemos muchas grabaciones a medias, pero como empecé con mi proyecto en solitario de Esperit! y él también está en otras aventuras... Pero Les Aus siempre ha sido muy así. Y hay muchas ganas de volver". Cualquier vuelo que emprenda Boada supone un reto para él. Y para el oyente.