ESTRENOS DE CINE DE LA SEMANA

Sergio G. Sánchez ('El secreto de Marrowbone'): "Me obsesiona lo fronterizo con la muerte"

El reputado guionista de 'El orfanato' y 'Lo imposible' debuta en la dirección con el cuento gótico de fantasmas 'El secreto de Marrowbone', que llega este viernes a nuestros cines

Sergio G. Sánchez, en el Festival de Sitges, donde presentó 'El secreto de Marrowbone'

Sergio G. Sánchez, en el Festival de Sitges, donde presentó 'El secreto de Marrowbone' / periodico

Julián García

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Autor de los guiones de dos de los mayores éxitos de taquilla del cine español reciente, 'El orfanato' y 'Lo imposible', Sergio G. Sánchez (Oviedo, 1973) llevaba casi dos décadas esperando cumplir un viejo sueño vocacional: escribir y dirigir su propia película. En 'El secreto de Marrowbone', el cineasta asturiano alza al fin el vuelo en un viaje a universos reconocibles, el del cuento gótico de fantasmas, a través de la historia de cuatro jóvenes hermanos que mantienen en secreto la muerte de su madre y se refugian en la casa familiar para evitar ser separados. El filme, rodado en inglés, llega este viernes a los cines tras paso por los festivales de Toronto, San Sebastián y Sitges, donde tuvo lugar esta conversación con Sánchez.

Alguien ha definido ‘El secreto de Marrowbone’ como una historia de Enyd Blyton en tono gótico, oscuro. Sí, es una buena definición. La película tiene algo de eso, de aquellos libros de 'Los Cinco', de 'Las torres de Malory', ese universo de niños que viven sin supervisión adulta. La película tiene algo de otra época, es muy naíf, muy inocente, un cuento en el que se intenta preservar una infancia que ya no existe. Aunque por debajo las cosas que pasen sean terribles.

El planteamiento inicial, el de un grupo de hermanos creciendo solos, sin padres, me ha hecho pensar en ‘Nadie sabe’, de Hirokazu Kore-eda. La primera persona que me habló de ‘Nadie sabe’ fue Matt Reeves. Estaba escribiendo un guión para él y le expliqué un poco la historia de ‘Marrowbone’. Me dijo que le recordaba a ‘Nadie sabe’. Yo no la conocía, la verdad. Hay otra película que tiene un punto de partida similar: ‘A las nueve cada noche’, de Jack Clayton, en la que siete niños que entierran a su madre muerta en el jardín para que nadie les separe. Esa película me traumatizó de pequeño y casi no me dejaron ver cómo acaba… Cuando Dirk Bogarde roza a la niña y ves que, ojo, aquí hay niños, pero ¡esto no es de niños!

Muchos de sus trabajos como guionista y su ópera prima como director se acercan a la familia, a los traumas familiares. ¿Hay alguna razón que explique este interés? Si lo supiera, probablemente no escribiría estas historias (encoge los hombros, harto, quizá, de que todo el mundo le haga la misma pregunta). Cuando te pones a explicar algo es porque hay una zona de ti mismo que no conoces del todo. Y es un poco explorar, excavar a ver qué descubres ahí. Vengo de una familia de cinco hermanos y pasábamos mucho tiempo juntos en la casa. Mis padres trabajaban los dos y tendían a hacer apariciones estelares a principio y final del día. Quizá en ese microcosmos de hermanos que constituyen entre sí una familia hay algo que resuena especialmente en mí.

Rodó su primer corto en el 2000. Ha tardado 17 años en rodar su primer largometraje. ¿Por qué una espera tan larga? Por una combinación de cosas. Aquel corto lo rodé cuando ya tenía escrito el guión de ‘El orfanato’. De alguna manera, era mi tarjeta de presentación para que me dejasen dirigir ‘El orfanato’. Moviendo ese corto, conocí a Jota (J. A.  Bayona) en un festival. Él trabajaba con la productora Rodar y Rodar. Buscaban un proyecto. Y les dejé el guión de ‘El orfanato’ para que viesen mi forma de trabajar, por si les gustaba y así me encargaban otra cosa para que la dirigiera Jota. Pero se lo leyeron y les entusiasmó. ¿Y por qué no hacemos este? ¿Para qué esperar?

Se quedó sin poder rodar su propio guión. ¿Le frustró? Yo en aquel momento estaba poniendo copas en un bar y me pareció que era una buena forma de trabajar en algo que se pareciese remotamente a lo que quería hacer, que era dirigir. Pero jamás pude imaginar que la película se acabara convirtiendo en algo tan grande, y que me cambiarían la etiqueta de director por la de guionista. Que ‘El orfanato’ funcionara tan bien me abrió una gran puerta a hacer solo guiones que me apetecieran. Y, por supuesto, no podía dejar pasar la oportunidad de trabajar otra vez al lado de Jota (Bayona) en una película como ‘Lo imposible’.  Esto explica que haya tardado tanto en dirigir mi primer largometraje.

‘El secreto de Marrowbone’ es una gran producción, muy trabajada, muy cuidada. ¿Nunca pensó en debutar con un proyecto menos ambicioso? Me gusta el cine con un acabado muy pulido. No quería hacer un tipo de película de guerrilla, rodada de cualquier manera. Buscaba algo trufado de detalles, de elementos narrativos, de temas que me interesan. Y creo que 'El secreto de Marrowbone tiene la escala adecuada para ser una primera película. 

"Me gusta el cine con un acabado muy pulido. No quería hacer un tipo de película de guerrilla, rodada de cualquier manera"

¿Se ha sentido cómodo al poder tomar, como director, el control creativo de su propio guión? Un guión es una historia contada en imágenes, y el guión, esas 120 páginas de papel, son una obra inacabada. Siempre había arrastrado una cierta frustración por quedarme solo como guionista. Es un oficio maravilloso, si eres un guionista de raza, pero tenía la sensación de que me faltaba llegar a ese último paso de cristalizar las imágenes en algo.

¿Siente que el éxito de muchos de sus guiones le pone ahora el listón muy alto? Hombre, siempre te gusta sorprender en tu primera película, y cuando vienes con ese bagaje es difícil conseguirlo. Parece que lo único que puedes hacer es decepcionar (ríe). Y la gente creo que puede entrar en la sala con ideas preconcebidas. Es un pequeño hándicap, pero creo que pesa mucho más el mimo, el cariño y el respaldo que he tenido a la hora de hacer la película.

Señor Sánchez, qué le atrae del género fantástico? Su cine está siempre vinculado, de un modo u otro, al género… Me obsesiona lo fronterizo con la muerte, ya desde muy pequeño. Era un niño muy enfermizo, salía y entraba todo el rato del hospital, tuve varias cosas graves. Luego sufrí un accidente de tráfico muy bestia del que estoy vivo de milagro. Y he cumplido unos años y me han tocado vivir pérdidas dentro y fuera del orden natural… Lo normal es que el padre preceda al hijo y he visto situaciones donde no es así. Son cosas, en fin, que te crean una mella que intentas solucionar de alguna manera. En mi caso, cuento historias, busco curar mis heridas con esas historias.

El reparto del filme está lleno de jóvenes actores que en pocos años serán estrellas, si no lo son ya. Anya Taylor-Joy no ha parado de trabajar desde ‘La bruja’; es una actriz como la copa de un pino. Tiene 21 años y me hacía unas preguntas tan precisas y demostraba un entendimiento tan bestia de la historia que me asustaba. Charlie Heaton (‘Stranger things’) es otra máquina. Mia Goth (‘La cura del bienestar) es espectacular. Y George McKay ('Captain Fantastic') lleva trabajando desde los 9 años. Están en ese punto de darse a conocer, pero en diez años serán estrellas, y cuando eche la vista atrás no me lo voy a creer.

Su relación con J. A. Bayona ha sido muy cercana desde hace muchos años. ¿Qué ha significado para usted su participación como productor en su ópera prima? Jota ha sido como un escudo protector. Ha hecho un poco la labor que jugó Guillermo del Toro en ‘El orfanato’. Recuerdo que lo conocí aquí, en Sitges, a dos mesas de donde ahora estamos hablando, el año que vino a presentar ‘El laberinto del fauno’. “Utilizad mi nombre para lo que queráis. Y si necesitáis algo, me preguntáis”, nos dijo. Y, bueno, Jota ha estado para protegerme. Por encima de todo es un director al que le gusta tener la última palabra en todas las decisiones y, como director que es, ha sabido respetar mi sitio.