ESTRENOS DE LA SEMANA

Marc Recha: "Si desaparece un idioma desaparece la humanidad"

El cineasta catalán reivindica el paisaje natural, la lengua y el poder de la palabra y la imaginación en 'La vida lliure'

El cineasta Marc Recha, la semana pasada en Barcelona, donde presentó 'La vida lliure'

El cineasta Marc Recha, la semana pasada en Barcelona, donde presentó 'La vida lliure' / RICARD FADRIQUE

Olga Pereda

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Cinéfilo desde que era un chaval, Marc Recha (Barcelona, 1970) sigue siendo un francotirador que hace el cine que le da la gana. Sus películas ('Petit indi', 'Un dia perfecte per volar') tienen poco dinero y mucha libertad. Este viernes estrena 'La vida lliure', la historia de dos hermanos de Menorca que, en un periodo de adversidad absoluta (acaba de terminar la primera guerra mundial y el hambre y la gripe azotan la isla), imaginan una vida diferente al lado de su madre, que ha tenido que emigrar a Argelia. Un día se topan con un personaje estrafalario que vive en una casita de pescadores (Sergi López). Él les cuenta historias y ellos sueñan.

Sigue usted haciendo un cine libérrimo. El cine es mi vida, lo hago desde que tenía ocho años.

Pero corren tiempos complicados para ser francotirador. Uno empieza solo, pero en el camino encuentra gente, como Sergi López, la productora de Mallorca, TV-3… Lo que pasa es que en vez de ocho semanas de rodaje tienes 15 días. Es lo que toca. Eso te permite mucha libertad y enfrentarte tú mismo a tus propias contradicciones. Es un trabajo de hormiguita sostenido en el espacio y el tiempo. No es llegar y besar el santo.

¿Definiría 'La vida lliure' como una película de aventuras contemplativa? ¿Contemplativa? Más que eso, diría que es una película de aventuras donde la acción reside en la imaginación de dos chavales que viven en una isla, Menorca, y para los que la palabra es instrumento de transmisión de conocimiento. A partir de esa imaginación, que es la aventura, descubrimos las contradicciones de los personajes.

Su película, igual que 'Estiu 1993' Es que los chavales son personas. Y muy inteligentes. Son esponjas. Tienen una visión sin barreras, lo escanean todo.

El poder de la palabra no está especialmente de moda. Pues a través de la palabra hay transmisión del conocimiento y también acción. Si tú coqueteas en los márgenes del cine de aventuras, la acción pasa por la imaginación. Y eso lo consigues con el relato y la palabra. El personaje de Sergi López deslumbra a los chavales con historias inverosímiles y mágicas. Además, en la película hay otra voz, la de la niña, que rememora la historia de su padre muerto y su madre, que emigró a Argelia porque se morían de hambre. El espectador tendrá momentos de reflexión a partir de esas imágenes.

"Si coqueteas en los márgenes del cine de aventuras, la acción pasa por la imaginación; por el relato y la palabra"

¿Por qué ubicar la trama en 1918? Pensé que de alguna manera podría establecer un diálogo entre 'Aigua de mar', de Josep Pla, que tiene un mundo increíble sobre los hundimientos de los barcos y el contrabando, y el primer volumen de 'El quadern gris', que habla de un personaje que vive en una cala. También pensé en 'La isla del tesoro', de Stevenson. Mis personajes siempre nacen a la sombra de un paisaje. En este caso, Menorca, isla que conozco muy bien y que fue el paisaje de mi infancia a finales de los 70. No es el paisaje habitual de sol y playa.

Menorca sigue siendo un paraíso. Si no vas en julio y agosto, sí.

La película está ubicada en 1918 pero cuenta algo muy actual: la necesidad de buscar una vida mejor en otro país. En Menorca, la emigración a Argelia empezó en 1840 y se mantuvo durante cien años. Se morían de hambre. En Argel se fundaron colonias enteras de menorquines que preservaron la lengua. Es algo que ya contó Albert Camus, cuya madre era de Menorca. Todo esto sigue pasando, la gente cruza el Mediterráneo y muere. En la película, la libertad y la esperanza vienen del mar, que también conlleva naufragio y sufrimiento. En Europa estamos medio adormecidos y contemplamos cómo hay gente que se juega la vida. Los vemos como extraños, pero son la esperanza, una bocanada de aire libre en esta sociedad adormecida. Qué contradicción.

Además del paisaje, otro tema que reivindica la película es la lengua. Para mí era muy importante subrayar esto. Por eso, el catalán que habla el personaje de Sergi López es diferente al de los chavales. Quería remarcar la insularidad, la diferencia. Hay directores que ruedan todo en inglés y los espectadores no entienden por qué. Los personajes tienen que destilar frescura y autenticidad. En todas mis películas digo lo mismo: el paisaje es de todos y, si te lo cargas, te cargas la memoria colectiva. Lo mismo con el idioma. El idioma es nuestra manera de ser. Si desaparece cualquier idioma, aunque lo hablen tres personas en la Conchinchina, desaparece la humanidad. Siempre he sido un enamorado de las lenguas. Tengo curiosidad por el otro y por los otros.

Podría ir al Congreso de los Diputados y contar todo esto. Bueno, que cada uno haga su trabajo, ¿no?