Deafheaven, black metal desde las puertas del cielo

El grupo de San Francisco conquistó La 2 de Apolo con su mezcla de fiereza y belleza

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JUAN MANUEL FREIRE / BARCELONA

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Con su black metal melódico, dinámico y a menudo cegadoramente bello, Deafheaven se han ganado no solo al público metal sino también a los devotos del shoegazing (género de guitarras planeadoras que visitan regularmente en pasajes de pura ensoñación) y en general los amantes de las emociones intensas.

La banda de San Francisco pasó el miércoles por La 2 de Apolo para presentar su tercer disco, ‘New bermuda’ (2015), en el que suenan más demoledores y también más etéreos que nunca. Extremos incluso acentuados en este primer concierto de su nueva gira europea, seguido con atención religiosa por un público de abrumadora mayoría masculina; clima cargado de testosterona.

Arrancaron con ‘Brought to the water’, imponente tránsito entre estilos, con arranque thrash metal de subtrama pop (un puñado de melodías superpuestas) y desembocadura en uno de sus clásicos pasajes shoegaze. El líder George Clarke se desgañita desde el minuto uno, aquí para lamentar la posibilidad de que su vida adulta caiga en la rutina.

UNO Y VARIOS MUNDOS

El repaso a ‘New bermuda’ continuó con ‘Luna’, prima hermana por sus acordes de su clásico ‘Dream house’, y después la preciosa ‘Baby blue’, en el que prueban desde guitarras al estilo de Red House Painters al principio hasta solos con wah-wah. Cada canción de Deafheaven es uno y varios mundos, ciclos extensos de giros, contrastes, gloriosos bajones y picos extáticos.

En los bises, dos hitos de su disco de confirmación popular ‘Sunbather’ (2013): el tema titular (con el que vuelan vasos de cerveza al aire, por suerte vacíos) y ‘Dream house’, que sirve a Clarke para lanzarse al ‘crowdsurfing’.

Abrió la noche Myrkur, el proyecto black metal de la que fuera exitosa modelo Amalie Bruun. Esta danesa ha pasado de rodar campañas de Chanel con Martin Scorsese a generar una obra musical de creciente culto en torno al black metal neoclásico y el folk escandinavo. Como en Deafheaven, mucho contraste: alterna entre dos voces, una cristalina y una pesadillesca, sirviéndose de dos micros distintos encajados en una especie de árbol maléfico. Presentó con gran convicción su esotérica ópera prima ‘M’ (2015).

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