CRÍTICA DE CINE

'Winchester': sustos sin arraigo

Una derivativa historia de fantasmas imperdonablemente incapaz de ir más allá de la acumulación de sustos momentáneos

Nando Salvà

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Se rumorea que Sarah Winchester, que pasó su adultez construyendo la que se considera una de las casas más embrujadas del mundo, lo hizo guiada por los espíritus de quienes murieron víctimas de los rifles fabricados por la empresa familiar. Sin embargo, nada de lo que le sucedió en vida fue tan terrible como esta película, una derivativa historia de fantasmas imperdonablemente incapaz de ir más allá de la acumulación de sustos momentáneos -patines endemoniados, muebles con tembleque, reflejos espectrales- para construir una atmósfera sostenida de amenaza. Winchester no solo desaprovecha un escenario buena parte de cuya fama proviene de sus interiores imposiblemente laberínticos, sino que se permite el lujo de disponer de Helen Mirren y no darle nada mínimamente interesante que hacer.