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NANDO CRUZ

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POESÍA, CIENCIA Y FARSA

Para ingresar suavemente en Sónar, mejor empezar en el Planetario de Cosmocaixa. La japonesa Sawako propone una inmersión ornitológica mediante grabaciones de trinos de aves y campanillas zarandeadas por el viento que derivan en sonidos manipulados digitalmente. Su delicada propuesta visual gana en estética y poética minuto a minuto. Lo de ALKU, en cambio, es más sutil y gamberro. Todos los trinos que suenan en la rampa del museo han sido generador por ordenador. No se sabe qué pensarán los pájaros del Tibidabo, pero al oído humano dan el pego. El artista Jan Fontcuberta estará orgulloso de tan científica farsa.

EL IMPULSO DE PENSAR

El que aún no comprenda qué demonios pasa por la cabeza de los artistas japoneses, siempre más radicales que los occidentales, que vaya a SonarCinema a verWe don't care about music anyway. «Los japoneses tenemos una visión muy pobre de la felicidad», apunta uno de sus protagonistas. Y, con sus colegas, inicia un debate sobre cómo el sendero del consumismo obliga al japonés a hacer de su opción artística un estilo de vida. Cerebrales e impulsivos, con pinta de vagabundos enloquecidos, sus reflexiones les empujan a buscar en el ruido, la velocidad y el dolor una terapia deshock social. O algo así.

EL PASAPORTE ENGAÑA

«¡Directamente desde Montreal!», gritaron Poirier y Boogat. Y acto seguido prendieron el SonarDome a base de cumbia, reggae, reggaeton, menciones a King Africa, Bomba Estereo y Los Fabulosos Cadillacs y hasta dando meneos latinos a éxitos depopstars inglesas, lo cual ayudó a integrar en la fiesta al público norteuropeo. Ni muy originales ni muy precisos, pero refrescantes y realmente matadores.

EL VERBO 'MONETIZAR'

¿Quién dice que no se aprende nada nuevo en Sonar? En las jornadas Digital Music 2.0 la palabra estrella en monetizar. Suena cada dos por tres mientras los ponentes telepredican sobre la nueva realidad en la que los canales de distribución por internet van a convertirse en descubridores de nuevos talentos (monetizables,claro). Se están diciendo cosas como que al público le da igual quién costea el producto, que tampoco le importa el contenido sino divertirse con algo nuevo y que la promoción ha de generar dinero en sí misma. Todo suena a rentabilizar la inversión cuanto antes, minimizar el riesgo y las pérdidas: perfeccionar la raza.