PROYECTO POPULAR CON UNA FIRMA DE LUJO

Un fotomosaico para BCN

El fotógrafo Joan Fontcuberta enseña en su ordenador el resultado final del proyecto de mural 'Viure lliure'.

El fotógrafo Joan Fontcuberta enseña en su ordenador el resultado final del proyecto de mural 'Viure lliure'.

MÒNICA TUDELA / Barcelona

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Pocas veces tiene un ciudadano la ocasión de participara directamente en la creación de una obra artística que quede expuesta de forma permanente en un espacio público. Atención, porque esta que vamos a contarles es una de ellas. En el marco de los actos de la celebración del Tricentenario de 1714, el prestigioso fotógrafo y artista Joan Fontcuberta se pone a la cabeza de un proyecto que dejará huella en Barcelona. Se trata de la creación de un fotomosaico gigante elaborado a partir de fotos proporcionadas por los lectores de EL PERIÓDICO que se instalará en la plaza de Isidre Nonell, en Ciutat Vella. La obra se ubicará en un muro de 6,40 metros de alto por 9,10 de ancho y reproducirá la imagen de dos personas besándose.

Las fotos que hagan los lectores tienen que responder a la siguiente pregunta: «¿Qué significa para ti vivir libre?». 'Viure Lliure' es el lema global de los actos del Tricentenario. «Pido a los lectores que traduzcan con una imagen su propia idea de libertad. Tanto desde un punto de vista conceptual como técnico, no hay directrices. Se trata de representar la libertad con total libertad», explica Fontcuberta. En total, harán falta unas 25.000 fotos.

Para el artista, el beso que ha escogido como imagen es todo un símbolo. «Un beso es una apuesta de futuro. Sin besos no hay futuro, o no hay futuro que valga la pena vivir. El beso puede ser un acto de afecto, de contacto, unión, gozo, felicidad, pasión, empatía. Y todos estos valores quedan trenzados íntimamente por la condición de libertad. Me gustaría que este proyecto sirviera para evocar un futuro portador de todos esos valores», añade.

Proyección internacional

«Joan simpatizó enseguida con el Tricentenario y los valores que representa», explica Toni Soler, comisario municipal del Tricentenario. «Le comenté que queríamos hacer una celebración muy centrada en la gente, en los vínculos entre los barceloneses de 1714 y los de hoy. Por eso la idea de hacer un mosaico a partir de imágenes aportadas por la gente nos pareció perfecta».  Soler destaca el prestigio que Fontcuberta aporta al proyecto: «Es uno de nuestros creadores con más proyección internacional y un  referente en el campo fotográfico. Que participe en el Tricentenario en Barcelona, que es su ciudad, es un auténtico privilegio».

El artista también se muestra satisfecho: «Es una oportunidad de contribuir a traer el pasado en el presente y hacerlo con un mensaje de optimismo y antiépico. El mural quiere ser un monumento a las ideas de libertad que los barceloneses son capaces de expresar 300 años después de 1714».

Buscando un lugar

¿Por qué se escogió la plaza de Isidre Nonell?. «Lo discutimos con Toni Soler y responsables del ayuntamiento. Buscaba un sitio que tuviese visibilidad y memoria. Además, tenía que ser de titularidad municipal y reunir requisitos técnicos especiales», cuenta el fotógrafo. «Visitamos distintos sitios en Ciutat Vella, porque necesitábamos una pared con las medidas adecuadas, buena visibilidad y no afectada por futuros proyectos urbanísticos. Y nos quedamos con la plaza de Isidre Nonell, un rincón muy bonito. Además, la pared es visible desde la plaza Nova e incluso bajando desde la calle del Bisbe. Este lugar tiene todos los ingredientes para hacer del mosaico un auténtico icono de Barcelona», añade Soler.

Esta no es la primera vez que Fontcuberta expone sus obras en la calle. «He realizado otras intervenciones en espacios públicos, pero habitualmente con carácter temporal. Tampoco he usado el procedimiento del fotomosaico en acciones al aire libre. «Solo en dos ocasiones he creado fotomosaicos con características similares a lo que ahora haré en Barcelona», explica. En el año 2010 Fontcuberta elaboró en Sajazarra, un pueblo de La Rioja Alta, una especie de retablo en la entrada de una iglesia, formado por fotografías de álbumes familiares de la gente del pueblo. En este caso la imagen modelo era una campana, protagonista de una leyenda local.

En el 2012 hizo un proyecto parecido en el barrio de Les Aubépins, en Chalon-sur-Saône, una ciudad de la Borgoña, en Francia. Se trataba de un barrio periférico. «Preparamos una veintena de fotomosaicos que se colocaron en las entradas de edificios y en el centro comercial del barrio. Pero en este caso los mosaicos estaban impresos sobre papel», explica. «Me interesan mucho los proyectos que pillan desprevenido al espectador, es decir, que se encuentran en lugares no habituales o inesperados. Plantear una obra de calle es un reto que me encanta».

Vínculo entre participantes

«La fotografía es una práctica cada vez más popular, como lo es compartir esas imágenes y convertirlas en experiencias. Un fotomosaico es como un muro de Facebook caleidoscópicamente compilador de la memoria colectiva. A semejanza de lo que ocurre en las redes sociales, las vivencias privadas se convierten en públicas y el muro deviene un foro de interacción comunitaria. Este fotomosaico reflejará la riqueza de una iniciativa popular y forjará un sentimiento de vinculación entre los participantes», augura el fotógrafo.

«Es interesante que una conmemoración deje un rastro, no solo en la memoria sino en la oferta cultural y patrimonial. Esta obra será memorable porque quedarán representados para siempre miles de ciudadanos dando forma a una imagen muy potente, que transmite libertad, sensualidad, Barcelona y Catalunya resumidas en un gesto humano y afectuoso», dice Soler.