Hollywood en blanco y sin negro

La ausencia en los Oscar por segundo año de intérpretes no blancos resucita la denuncia de discriminación y infrarrepresentación de las minorías. Hablamos con cineastas que rompen barreras y piden que se refleje la realidad.

Veronique Doumbe

Veronique Doumbe / periodico

POR IDOYA NOAIN

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Criticar el ejercicio de ombliguismo hollywoodiense que suelen ser los Oscar es fácil. Lo es también restar importancia a unos premios que históricamente han dejado fuera o se han resistido a reconocer creaciones y creadores con tantos o más méritos que los nominados y premiados (a buen entendedor, Stanley Kubrick o Alfred Hitchcock bastan). La crítica, no obstante, supera las barreras del cine, del entretenimiento o del arte cuando, como sucede en esta 88ª edición, y por segundo año consecutivo ya, ningún intérprete que no sea blanco aparece entre los 20 nominados en las categorías de actuación. Hollywood se coloca a sí mismo ante el espejo, y la imagen que arroja es la de una deplorable ficción alejada de la realidad.

La desconexión con un país como Estados Unidos, donde el 38% de la población pertenece a alguna minoría racial, va mucho más allá de las nominaciones, aunque estas hayan sido de nuevo las que han dado visibilidad al problema, hayan motivado a destacadas personalidades del cine como Spike Lee, Will Smith y Jada Pinkett Smith a plantar la gala del domingo y hayan llevado a la presidenta de la Academia, Cheryl Boone Isaacs, a anunciar una serie de medidas para intentar mejorar el reflejo de la diversidad entre los votantes y tratar de "liderar sin esperar que la industria se ponga al día". Como comenta a EL PERIÓDICO en una entrevista telefónica Lisa Cortés, una productora independiente estadounidense negra de padre colombiano, lo que late tras la polémica es "un tema de mucha más envergadura: el de la variedad de historias a las que estamos expuestos".

EL DAÑO DE LOS ESTEREOTIPOS

"La gente en todos sitios tiene hambre de buenas historias y hay espacio para un amplio abanico de voces y rostros", explica Cortés, que trabajó como asistente en 'Monster's Ball', por la que Halle Berry se convirtió en el 2001 en la primera actriz negra con un Oscar protagonista, y fue productora ejecutiva en 'Precious', la película de Lee Daniels que logró seis nominaciones y dos estatuillas. "Si ofreces una dieta que consiste en una sola imagen estás causando un grave perjuicio al público".

Ese análisis tiene pruebas empíricas. En el año 2012, un estudio académico de la Universidad de Indiana que analizó el impacto de la televisión en menores demostró que los niños negros (y también las niñas, blancas o negras) sufrían en su autoestima por la infrarrepresentación o por la representación simplista o estereotipada que de ellos se hacía en la pequeña pantalla. Y el año pasado, cuando el Centro Ralph J. Bunche para Estudios Afroamericanos de la Universidad de California en Los Ángeles (UCLA) publicó su segundo análisis anual de la diversidad tanto en la televisión como en el cine, la conclusión fue muy similar.

"Cuando grupos marginados en la sociedad están ausentes de las historias que una nación cuenta sobre sí misma, o cuando las imágenes de los medios están enraizadas en estereotipos primordialmente, la desigualdad se normaliza y es más probable que se refuerce con el tiempo a través de prejuicios o prácticas», se lee en el informe, cuya tercera entrega llegará este jueves, tres días antes de la gala de los Oscar. "Dado que nuestra sociedad se está volviendo más diversa cada día que pasa, las imágenes mediáticas que van contra esa diversidad también minan la democracia que clamamos ser", continúa el estudio universitario.

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EL MONSTRUO CIRCULAR

Recientemente en 'The New Yorker' Richard Brody denunciaba que "el sistema es un monstruo de circularidad" y su explicación era cristalina. "Los Oscar –escribía– se eligen por la Academia abrumadoramente blanca (93%), cuyos miembros son elegidos de entre la abrumadoramente blanca industria, y abrumadoramente entregan premios a creadores blancos, sosteniendo y reforzando de ese modo la blancura abrumadora de la industria, que entonces se replica y perpetúa en la Academia". 

Cortés coincide en el peligro de ese bucle y pone como ejemplo 'Tangerine', una producción independiente rodada con un iPhone y dirigida por un blanco pero protagonizada por personajes transgénero predominantemente negros. "Lo desafortunado de dejar fuera de las nominaciones una película como esa es que se envía el mensaje de que determinadas temáticas o personajes no hacen dinero", lamenta. Si esa era la idea de algún productor, se cumple como una profecía o una maldición. La película ninguneada se pierde la proyección, el impulso que da la gran fiesta del cine. Y se hace difícil vender el siguiente proyecto, y, por consiguiente, entrar en la cadena económica.

LOS GUARDIANES BLANCOS

En los Oscar se libra la batalla más pública, especialmente sangrante en un momento en que en Estados Unidos la conversación sobre raza y racismo ha vuelto a situarse en el primer plano gracias al movimiento Black Lives Matter, surgido en protesta por los casos de brutalidad y violencia policial, y ampliado como resurrección de una lucha más amplia por la justicia social y económica.

Pero todo el mundo es consciente de que la clave de lo que se está denunciando no está en el Dolby Theater sino en los despachos de los directivos de los grandes estudios. En el 2014, según un análisis de la composición humana de la industria, el 94% de los responsables máximos de esos estudios eran blancos y el 100% eran hombres, porcentajes que mejoraban ligerísimamente hasta el 97% de blancos y 83% de hombres cuando se ampliaba el foco para incluir otros puestos de gestión y mando en los estudios.

Esos directivos son, según la definición de Spike Lee y de Michael Moore, "los guardianes", quienes deciden qué llega a las pantallas de forma masiva y qué no. Y pese a ligeros cambios y mejorías que estudios como los de la UCLA han constatado, con sus prácticas demuestran no haber entendido aún lo que claramente indican las cifras de taquilla y audiencia: las minorías (y especialmente los latinos en EEUU) son quienes asisten regularmente al cine y las películas y los programas y productos de televisión con repartos diversos, racialmente o en cuestión de género, obtienen mejores resultados en la taquilla y de audiencia.

Esos despachos no son, además, el único lugar donde se encuentra la marginación racial de Hollywood que se filtra en lo que se acaba viendo. Cerca del 90% de los agentes -otro grupo con enorme poder para hacer avanzar o frenar proyectos- son blancos. Entre los directores, según el estudio del año pasado de la UCLA, las minorías están infrarrepresentadas por un factor de dos a uno. Entre los guionistas de cine, solo el 5% son no blancos. Y porcentajes similares, o peores, se extienden en otros muchos sectores técnicos, tanto como para que una vez Steve McQueen, el director de 'Hunger y Shame', llegara a decir que los rodajes le recordaban al Johanesburgo de 1976, sin negros (y también sin latinos ni asiáticos).

¿EL DINOSAURIO QUE AGONIZA?

La desconexión con la audiencia no es lo único que algunos creen que los grandes estudios no están entendiendo y Michael Moore, por ejemplo, ha identificado lo que está ocurriendo como "el ruido del dinosaurio que muere", una idea en la que coincide Veronique N. Doumbe, una cineasta negra independiente asentada desde hace 35 años en Nueva York. "Hollywood no conoce al público pero, además, con los avances tecnológicos para rodar y distribuir y las nuevas vías de buscar financiación, los grandes estudios ya no pueden impedir que quien quiera haga una película", dice en una entrevista en el East Village. "Ellos son el 1% pero la mayoría de la gente que hace cine ahora no trabaja en la gran máquina. Hay muchos lugares para ser reconocido, para alcanzar a la audiencia, y  se muestran asustados porque es el fin de su imperio".

Doumbe, que nació en Francia y vivió allí y en Camerún y Costa de Marfil antes de emigrar a EEUU, no está sola en usar para el cine un discurso que se puede aplicar estos días perfectamente a la política, a los medios de comunicación o a otras muchas industrias tradicionales, azotadas por cambios tecnológicos y sociales y con dificultades (o resistencia) para adaptarse. Y Lisa Cortés, la productora, también ve esa transformación. "Se han alterado los mecanismos de creación y de distribución y Hollywood, que es estructura corporativa pero también una cultura, tiene que lidiar con ese tipo de cambios", dice, aunque ella no ve un deseo intencionado de la industria de resistirse a los cambios. "Simplemente –opina– la gente se adapta a ellos de forma diferente".

BOCADOS DE REALIDAD

Ava DuVernay, la directora de Selma, es una de las que está buscando y creando vías alternativas y ha puesto en marcha Array, una iniciativa independiente de distribución y apoyo a proyectos cinematográficos de gente de color y mujeres de todo el mundo. Ella huye de la palabra "diversidad", que recientemente definía en Sundance como demasiado "medicinal" y libre de emociones, y pide a Hollywood algo más profundo, como "inclusión" o "pertenencia". Y es la misma apuesta que hace Cybel Martin, la primera y única directora de fotografía negra graduada con un máster en la escuela de cine de la New York University. "No hace falta esforzarse para tener diversidad en la pantalla –relfexiona–. Basta con reflejar la realidad".

COMBATE POR LA IGUALDAD

Para Martin la lucha racial, personalmente, ni siquiera es la prioritaria. Considera aún más urgente el combate por la igualdad de género, por dar oportunidades a la hora de contratar equipo a tanta gente como sea posible que no responda al patrón dominante en la industria de hombre blanco heterosexual. Pero se ha enfrentado no ya a casos de discriminación rampante, sino a algo más velado, como cuando en ese máster "asumían que, como era negra, quería hacer películas como Spike Lee", sin pensar que quizá le influían más directores de fotografía o realizadores europeos.

También ha comprobado que el color de su piel es una declaración. "Empecé a ir a conferencias y paneles, y me di cuenta de que mi mera asistencia era un acto político", cuenta. Ahora acude al máximo posible de este tipo de encuentros.

"EL TALENTO ESTÁ AHÍ"

Cortés tampoco habla de ejemplos concretos en los que haya sentido discriminación. Lo que admite es haberse "cruzado con gente muy corta de miras que no reconoce la extensión y el alcance de la comunidad, que pone el acento en estereotipos predeterminados". Y también, como Martin, busca "crear equipos que sean diversos y con la mejor gente posible. No es cuestión de dar oportunidades a la gente por el color de su piel y no hay que hacer esfuerzos o compromisos: el talento está ahí".

Doumbe, al igual que ellas, se resiste a que el color de su piel sea el elemento que la defina. "Me niego a ser encasillada", dice esta mujer que forma parte de una red que se llama Film Fatales, con delegaciones en Los Ángeles y Nueva York, y donde ahora es la encargada de poner en marcha una iniciativa para asegurar la inclusión en cuestiones de raza, género y orientación sexual, pero también de personas con discapacidades o discriminadas por otros motivos. "Mi lucha es la justicia". En la pantalla. Y detrás de ella.

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