Kobe Bryant anota 60 puntos en una despedida soñada de la NBA

El legendario escolta de los Lakers juega su último partido tras 20 temporadas al máximo nivel

Kobe Bryant, al término del partido

Kobe Bryant, al término del partido / PERIÓDICO

RICARDO MIR DE FRANCIA / WASHINGTON

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Sencillamente increíble. Ni la peor temporada de la historia de Los Lakers, ni la emoción del momento, ni sus 37 años ni el calvario de lesiones de los últimos años pudieron truncar una despedida soñada. Kobe Bryant se marchó a lo grande de la NBA, anotando nada menos que 60 puntos en el último partido de su carrera, disputado en un abarrotado Staples Center de Los Ángeles. Echando mano de unos nervios de hierro y un talento sin fondo, Bryant regaló un sinfín de destellos en una noche que se había concebido únicamente para que brillara. Lo que nadie podía imaginar es que lo haría con tanta intensidad. Las metió de todos los colores y unos Lakers deprimidos le acabaron ganando a los Jazz de Utah en el último suspiro.

El partido se había planteado como un último beso al legendario dorsal 24, al niño de Filadelfia que siempre soñó con jugar en Los Lakers y que acabó vistiendo su camiseta durante dos décadas, un gesto de fidelidad que nunca olvidará la afición angelina. Magic Johnson ejerció de maestro de ceremonias antes del comienzo del partido, que se abrió con un vídeo conmemorativo de la épica carrera de Bryant. “Como fans, este hombre nunca nos ha engañado”, dijo Magic desde el centro de la cancha. “Ha jugado lesionado y tenemos cinco campeonatos para demostrarlo”. Por el vídeo-marcador fueron desfilando los rostros de sus compañeros y rivales, que le dedicaron palabras de admiración y agradecimiento. Nombres como Shaquille O’Neal, con el que ganó tres de sus cinco anillos; Kevin Durant; LeBron James; Derek Fisher; Carmelo Anthony o Pau Gasol.

“Mi hermano, felicidades, has tenido una carrera increíble”, le dijo el catalán en el vídeo antes de prometerle su amistad eterna. El pivot de los Bulls le había dedicado dos días antes una emotiva carta en la que describe a la Mamba Negra como “un hermano mayor”, una referencia que le “inspiró a ser mejor, a ver el juego de una manera más detallada”. En una noche así, lo de menos es el juego. Nadie esperaba demasiado. Y como hizo Bryant al anunciar su despedida en noviembre en aquella carta en verso bajo el título de “Querido baloncesto”, la afición acudió a corresponderle llenando el estadio, el último abrazo tras una temporada que ha sido continuo tributo al heredero de Michael Jordan. En la reventa llegaron a ofrecerse entradas a 27.500 dólares. La grada se llenó de celebridades: Snoop Dog, Jay-Z, Jack Nicholson. Y Flea, el bajista de Red Hot Chili Peppers, abrió el espectáculo tocando el himno de Estados Unidos como si fuera una oda distorsionada y sucia a las canchas de barrio, a los sueños de los perdedores.

Desde el primer segundo, todos los balones fueron a Bryant. El escolta empezó fallando las primeras cinco canastas. Le costó coger el ritmo, pero acabó la primera parte con 22 puntos. Poco a poco se encendieron las luces de la fiesta y el tercer máximo anotador de la historia de la liga paso a desplegar todo su repertorio. El eco de “Ko-be”, “Ko-be” tomó la cancha y, en el último cuarto, con el Staples Center incapaz de creerse lo que estaba viendo, los Lakers le dieron la vuelta al partido en una sucesión de canastas de Bryant. Un monólogo marca de la casa. No llegó a los 81 puntos de récord que anotó en su día, pero se quedó en 60. Ninguna otra estrella de la historia de la NBA anotó tanto en su último partido.

A 30 segundos del final, el equipo local se puso por delante. Bryant abrazó a Shaq O’Neal y le guiñó el ojo a su mujer. Jack Nicholson miró al cielo como si agradeciera algo a las musas. 101-96 para los Lakers. Final del partido.

“No puedo creer lo rápido que han pasado estos 20 años. Es una locura”, dijo el protagonista desde el centro de la pista, siempre entero, inalterable a la emoción. “Hemos pasado por altos y bajos pero lo importante es que siempre estuvimos juntos”, le dijo a la afición. “Ha sido absolutamente hermoso, siempre estaréis en mi corazón”. Una periodista de la ESPN se le acercó. Después de enchufar 60 puntos, la pregunta era inevitable “Guau –le dijo-- ¿estás seguro de que te quieres retirar?”