Una oportunidad para Siria

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IDOYA NOAÍN / NUEVA YORK

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Los sirios, tras cinco años de una guerra que ha destrozado el país, ha dejado cerca de medio millón de muertos y ha provocado uno de los mayores movimientos de refugiados desde la segunda guerra mundial, necesitan mucho más que palabras, mucho más que esfuerzos y mucho más que esperanzas. Necesitan una oportunidad. Y compromisos. Y ambos pueden haber llegado.

Tras diez meses de intensas negociaciones, un intento previo fallido de tregua en febrero que duró un mes escaso y sobreponiéndose a una persistente y reconocida “desconfianza” mutua, Estados Unidos y Rusia anunciaron a última hora del viernes en Ginebra un acuerdo que abre un camino.

Este pasa, primero, por un alto el fuego que debe empezar el lunes por la noche, coincidiendo con la fiesta musulmana de Eid Al-Adha, y crear durante una semana una vía a la entrega de la imperiosamente urgente ayuda humanitaria en áreas sitiadas y, en especial, en Aleppo. La segunda etapa, pendiente del éxito de la primera, es una inédita colaboración militar entre Washington y Moscú.

Según reconoció el viernes el secretario de Estado de EEUU, John Kerry, que ha hecho del pacto un empeño personal y que ha tenido que superar las reticencias del presidente Barack Obama y de buena parte de su Administración, y particularmente del Pentágono, “nadie está construyendo esto basándose en la confianza. Se basa en supervisión, cumplimiento, interés mutuo. Es una oportunidad, y nada más que eso, hasta que se vuelva realidad”.

LO ANUNCIADO Y LO SECRETO

Fue Kerry quien compareció ante la prensa junto al ministro de Asuntos Exteriores rusos, Sergei Lavrov, para anunciar el pacto que han gestado entre los dos. Y aunque  dieron a conocer sus líneas básicas, los documentos en que se recogen los detalles para implementarlo se mantienen secretos, según Lavrov porque “contienen información seria y sensible” que no quieren que caiga en manos de “quienes pueden tratar de minar” el acuerdo.

Según lo anunciado, todo empezará con un alto el fuego a partir del lunes por la noche que “requiere detener todos los ataques, incluyendo bombardeos aéreos y cualquier intento de ganar territorio adicional a costa de las partes del cese” de hostilidades. 

Esa “genuina reducción de la violencia” durante siete días de la que habló Kerry require también “acceso humanitario sin impedimentos y sostenido a todas las áreas sitiadas y de difícil acceso, incluyendo Aleppo”.

Castello Road, la principal vía de acceso a la ciudad que se ha convertido en símbolo del horror de la guerra siria, deberá ser desmilitarizada y los combatientes tendrán que retirarse, con sus armas, y mantener una distancia específica. Se controlará el cumplimiento, aunque cómo es uno de los detalles no anunciados.

COLABORACIÓN MILITAR

Si se cumple esa trascendental primera parte del pacto se abrirá la inédita cooperación militar entre Washington y Moscú, que hasta ahora han estado apoyando en Siria dos facciones enfrentadas, con EEUU respaldando a grupos rebeldes de oposición y Rusia colaborando con el régimen de Bashar al-Asad.

En el Centro Conjunto de Implementación, que gestionará esa cooperación, estadounidenses y rusos compartirán datos de objetivos y empezarán a coordinar los bombardeos de militantes tanto del Estado Islámico como del frente Nusra.Rusia deberá asegurarse de que las fuerzas gubernamentales cesan sus operaciones aéreas, con las que han estado realizando lanzamientos de bombas de barril, al menos en las zonas que Moscú y Washington marquen como objeticos. Este sábado cerca de cuarenta personas han muerto en diferentes acciones armadas. EEUU, por su parte, tiene que convencer a los grupos de la oposición de separarse de fuerzas de Al Nusra con las que en algunos lugares han estado colaborando contra fuerzas de Asad.

Es esta cooperación la que más reticencias ha planteado en Washington. El Pentágono mira con absoluta desconfianza a Rusia y teme que el Kremlin, al tener acceso a información compartida, gane conocimiento sobre cómo EEUU identifica y ataca objetivos.

Obama, que no logró personalmente avanzar el acuerdo en su reunión durante el G-20 con Vladimir Putin y ha reconocido que la “profunda desconfianza” marca la relación bilateral, también teme que el pacto tenga consecuencias negativas, como crear un vacío de poder que podrían aprovechar rusos pero también iraníes y terroristas.